Qué mejor que una buena comedia para pasar un sábado noche a resguardo del frío (en serio, ¿hay algo mejor?). Más de 200 ceutíes parecen haber pensado de forma similar este gélido 21 de enero, un día que pasará a la historia -dentro del mundillo de la interpretación- como aquel en el que la Compañía de César Martín regresó a los escenarios tras dos años de total y absoluta inactividad.

Nuestro estimado compañero de profesión se ha reestrenado entre bambalinas llevando a escena 13 y martes, la más desternillante de las obras rubricadas por el célebre escritor francés Jean Pierre Martínez. Montse Taboada, Iván Martín y el propio César se han puesto el mono de trabajo para deleitar a esos dos centenares de caballas que, sin duda, han elegido sabiamente su plan de fin de semana.

La historia de Martínez transcurre al completo en casa de Jerónimo (Iván) y Cristina (Montse), un matrimonio de mediana edad profundamente azotado en lo monetario por la crisis económica en plena temporada navideña. En un alarde de afecto, ambos deciden invitar a cenar a Antonio (César) y Patricia, dos viejos amigos que también son pareja.

Nada más pisar la morada de sus queridos anfitriones, Antonio rompe a llorar. Entre sollozos, el huésped hace saber a sus compañeros que el avión en el que iba su mujer ha sufrido un accidente en medio del canal de la Mancha. "Se lo avisé; le dije que no cogiera un vuelo un martes 13", lamentaba.

En un momento determinado, las emociones se entrecruzan: mientras Antonio llora desolado la más que probable pérdida de su mujer, Jerónimo se entera de que le ha tocado la lotería. Los 60 millones de euros del gran premio desatan en él un verdadero frenesí mental que se ve obligado a no exteriorizar dado lo delicado de la situación.

Como en todo relato, el nudo se va apretando a medida que avanza la trama. La inconmensurable alegría de la pareja da paso al más absoluto de los desgarros cuando Cristina se percata de que el boleto agraciado se halla en una maleta que esta prestó a Patricia para que emprendiera su accidentado viaje.

Este y otros inesperados giros de guion han hecho las delicias de los presentes. Las carcajadas, desde luego, no han escaseado. César y compañía prometieron dar a su público muchas risas y no solo no han faltado a su palabra, sino que han dejado el listón por las nubes para los actores que pisen el Revellín próximamente.