‘Sin Límites (De)Construcción artística de las fronteras’. título de la muestra, es algo más que una exposición colectiva, es un espacio de reflexión. Los 16 artistas elegidos —Ala Younis, Ahmed El Khalidi, Ahmad Salameh, Asia Sheshani, Dana Kaoukji, Deema Shanin, Dina Haddadin, Firas Shehadeh, Juman Nimri, Khaldoun Hijazin, Linda Al Khoury, Mais el Azab, Mohammad Hawwari, Mo’men Khalid Malkawi, Rae Ibrahim y Reema Shatat— se acercan al concepto de frontera desde muchas y muy diferentes formas, ahondando en su carácter polisémico y en su impacto en nuestras vidas y su capacidad de modificar nuestra percepción del entorno y nuestra identidad.

La exposición —que se inauguraba este jueves  con la presencia del consejero de Cultura, Carlos Rontomé, Khalid Krei, director de la National Gallery of Fine Arts de Jordania, Javier Rosón: coordinador de Casa Árabe en Córdoba y Ana Lería, directora del Servicio de Museos de la Ciudad—es una trituradora de los estereotipos que lastran nuestra mirada ante el arte árabe. Aquí el “arabe” no es una etiqueta, es un contexto.  ‘Sin Límites’ es además una oportunidad para acercarse al arte contemporáneo árabe, que ha vivido un espectacular desarrollo en este siglo XX, pero lo que podrá verse hasta junio en el Museo del Revellín no es solo una selección de los artistas jordanos más interesantes, es también una puerta a entender cómo ven el mundo los jóvenes árabes, ayudando a derribar prejuicios y tender puentes.

“No son solo las fronteras geográficas o políticas, a veces nos ponemos nosotros mismos estas fronteras sin ningún sentido”, explica Khalid Krei, director de la National Gallery of Fine Arts de Jordania, que hizo de guía por la exposición, un gesto que fue un regalo para los asistentes a la inauguración.

“Es una exposición con un mensaje crítico y muy constructivo, cada una de las intervenciones, cada una de la obras no son diferentes de lid que podríamos ver aquí. Aunque sean jordanos no son diferentes a nosotros, todos somos iguales, las diferencias las establecemos nosotros y por eso necesitamos mesas de diálogo y debates como este”, explica  Javier Rosón, director de la sede cordobesa de Casa Árabe, una institución pública dependiente del Ministerio de Exteriores. “Son una generación joven”, explica Khalid Krei, director de la National Gallery of Fine Arts de Jordania, “y cada uno expresa sus inquietudes. Y lo dicen desde el título, ‘Sin Límites’. En el arte, en la cultura, podemos romper muchos estereotipos y abrirnos al mundo porque todos somos ciudadanos de esta tierra que tenemos que respetar y amar, en la que todos somos iguales y en la que tenemos derecho a vivir y convivir.  Podemos romper el miedo al otro y esta es nuestra meta”.

‘Sin Límites (De)Construcción artística de las fronteras’ ofrece dieciséis miradas de otros tantos artistas de muy diversas disciplinas (arquitectos, diseñadores, pintores, fotógrafos…) y muy diferentes soportes, (desde el adoquín de nácar, al tapiz, pasando por el collage y la fotografía, el videoarte o las instalaciones artísticas). Una paleta colectiva que aborda todos los prismas de una frontera. “No son solo las fronteras geográficas o políticas, a veces nos ponemos nosotros mismos estas fronteras sin ningún sentido”, explica Khalid Krei, que hizo de guía por la exposición, un gesto que fue un regalo para los asistentes a la inauguración.

Una exposición interesante y valiosa en cualquier rincón del mundo pero que adquiere una dimensión diferente en Ceuta, una ciudad que convive con una de las fronteras más singulares del mundo. Aquí, a salvo en un Museo, el espectadorencuentra un espacio de reflexión que  permite observar el concepto de frontera más allá de las alambradas y la tierra de nadie, mirándolo en primera persona a través de los ojos de estos 16 jóvenes artistas jordanos, cuya obra muestra, a veces de forma dolorosa, que las fronteras son a menudo muros invisibles que no siempre separan Estados, a, veces incluso nos separan de nosotros mismos. Las fronteras son a veces invisibles y siempre injustas pero nunca infranqueables, a veces basta solo el diálogo o sentarse alrededor de una mesa para que desaparezcan de un plumazo.