Hablar de Susana Rodríguez Gacio es hablar, inevitablemente, de superación. Su nombre y su figura están indisolublemente ligados a la cultura del esfuerzo y al sacrificio. Y es que, muy a pesar de las adversidades, Susana no se ha rendido nunca. La deportista ha hecho del coraje su bandera; del 'quien no arriesga, no gana', su lema de vida.

De todo eso y de sus ganas de seguir rompiendo barreras ha hablado este jueves en una distendida ponencia enclavada dentro de la IV Semana de la Discapacidad. La atleta daba inicio a la charla haciendo un profundo repaso a propósito de su trayectoria vital hasta llegar al cénit de su carrera deportiva: los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. En ellos, Rodríguez se subió a lo más alto del podio del triatlón adaptado tras hacerse con su codiciada (y merecida) medalla de oro. El logro le valió, entre otras cosas, para pasar a formar parte del selecto grupo de españoles que han sido portada de la revista Time. Ahí es nada.

Su licenciatura en medicina la ha convertido, además, en la primera médico con discapacidad visual en la historia de España. Aprovechando la sapiencia y los conocimientos que otorgan el hecho de ser especialista en medicina física y rehabilitación, Susana se ha puesto la bata para ahondar, precisamente, en la discapacidad que padece: el albinismo. Sin entrar en demasiados tecnicismos, Rodríguez explicaba cómo el referido trastorno afecta a la vista. "En vez de tener un 100% de visión, tengo un 10", decía. La problemática, claro está, dificulta sobremanera a su día a día: "Me doy golpes, me tropiezo habitualmente, me equivoco al coger el autobús y un largo etcétera". Sin embargo, como ella misma decía, "ante un problema, hay dos opciones, y darse cabezazos contra un muro no es una de ellas".

A la inquebrantable entereza de Susana, se suman -por fortuna- las mejoras en materia accesibilidad que las nuevas tecnologías han traído consigo. Controles por voz, lupas, imágenes de alto contraste... "Todo suma para hacer la vida más fácil a aquellos que tienen algún tipo de minusvalía", señalaba. Sin embargo, según la olímpica, "lo que más ayuda son los perros guía", aunque avisaba: "No son GPSs; hay que enseñarlos y darles instrucciones".

Gallega de nacimiento, Rodríguez estudió "en un cole de educación inclusiva". A muy temprana edad, quiso imitar a su hermana poniendo a prueba su faceta musical en un conservatorio. La experiencia, sin embargo, no terminó de seducirla, por lo que, tiempo después, se inició en el mundo del deporte (aunque "de rebote"). Una profesora le propuso "participar en una carrera escolar en Madrid". "Eso fue lo que me enganchó al deporte; me di cuenta de que correr y saltar era lo único que me hacía parecerme a los demás", aseguraba.

Carrera tras carrera, la deportista acabó metiendo la cabeza en el mundo del triatlón. Su primera participación en unos Juegos Olímpicos fue en Río de Janeiro 2016. "Fue una experiencia increíble, pero me esperaba mucho más en lo deportivo", explicaba. Su entrenadora le dijo que "había que subir el nivel". Y vaya que si lo hizo. Cinco duros años y una pandemia mundial después, Rodríguez conquistó Tokio. "El entrenamiento durante el confinamiento fue clave", afirmaba.

Y es que, así es Susana. Volviendo al principio, no, no se ha rendido nunca. Y no parece que vaya a hacerlo ahora. La atleta daba carpetazo al encuentro lanzando una interesante reflexión a los asistentes: "La capacidad que tiene el ser humano para sortear los obstáculos no es infinita, pero sí va mucho más allá de lo que podemos imaginar". Y, tal vez, así sea. Tal vez, la imaginación humana esté muy por detrás de todo lo que somos capaces de hacer.