Cada mañana de lunes, desde hace más de nueve meses, alrededor de medio centenar de personas, en su mayoría mujeres empleadas de hogar, se concentran frente a la Delegación de Gobierno para exigir una solución a su situación. Son los y las trabajadoras transfronterizas atrapadas en Ceuta desde el cierre de la frontera. Un 13 de marzo de hace dos años tuvieron que elegir entre regresar a su país con su familia o conservar el trabajo que los alimenta. Dos años después siguen igual, sin saber qué será de ellos y sin que nadie les aclare su futuro.

Su caso es singular, bien lo saben los ceutíes, aunque la inmensa mayoría, incluida la Delegación el Gobierno, prefieran mirar hacia otro lado y tratarlos como inmigrantes ilegales. Pero la realidad es otra muy distinta: llevan muchos años, la mayor parte de ellos ellas décadas, cotizando a la Seguridad Social y pagando sus impuestos sin apenas contraprestaciones más allá de la sanidad y de, en un futuro, poder cobrar una pequeña pensión de España. Llevan años limpiando las casas de los ceutíes de bien, cuidando a sus hijos y atendiendo a sus mayores pero sin apenas derechos. Y creen que es hora de que eso cambie.

La próxima reapertura de la frontera tampoco es para ellos una solución definitiva. La pandemia y el cierre del paso fronterizo ha destapado su singular condición de transfronterizos, una figura laboral única en España que creen que ya es momento de revisar. Así lo ha explicado por enésima vez Rachida Jraifi, su portavoz. Ellas, como todos los que viven en Ceuta (salvo excepciones contadas) están “ilusionadas” y “esperanzadas” ante el anuncio de la inminente reapertura de la frontera, pero la incertidumbre sobre la fecha impide que la alegría sea completa.

“Estamos esperanzados, se acerca la apertura de la frontera, pero eso no es lo que estamos reivindicando. Sabemos desde el principio que iba a suceder, pero lo que pasa es que no estamos seguros de que no va volver a pasar y nos quedamos otra vez sin nada. Lo que que reivindicamos desde el principio es que esta tarjeta de transfronterizo en vez de beneficiarnos nos perjudica. No nos ha ayudado a los que nos hemos quedado aquí ni a nuestros compañeros que se han quedado al otro lado, ni ayudas ni ERTE como el resto de trabajadores, ni nada. Los derechos del transfronterizo no existen, no hay desempleo, no hay nada. Lo que pedimos son derechos, que estudien la Ley de transfronterizos. La apertura de la frontera supone que vamos a seguir inseguros. Queremos que revisen nuestra situación, que nos den alguna seguridad de que el día de mañana podemos ir y volver. La mayoría de nosotros tenemos ya los pasaportes caducados, la tarjeta de transfronterizos caducada. ¿Quién nos dice que nos vamos presentar en la frontera y nos dicen que no podemos pasar?. Hay que pensar en todo, por eso estamos así, con la duda, no sabemos qué va pasar con nosotros”, explica la portavoz, que teme que cuando realmente se abra la frontera “se olvidarán de nosotros”.

De momento, recuerda Jraifi, solo han recibido “promesas, promesas y promesas” pero nada más. Solo decepciones. La última con las palabras de la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, recordando que tendrán prioridad en la reapertura de la frontera solo aquellos trabajadores que “cumplieron con su deber de irse a Marruecos”. 

Pero no es tan fácil. Quienes se quedaron atrapados en Ceuta deben ahora tramitar de nuevo su condición de trabajador transfronterizos, unos trámites burocráticos que pueden dejarles durante meses en tierra de nadie. “Hay que renovar el pasaporte, tenemos que hacer papeleo en nuestro país de origen y esos son muchos tramites. Imagínate. Por eso tenemos esta duda, no sabemos lo que va pasar, si vamos tardar en hacer los papeles y no vamos a poder volver, no sabemos nada, ni nadie ha salido para decirnos va pasar esto y esto es lo que tenéis que hacer. La señora delegada del Gobierno dice que los primeros serán los transfronterizos pero no sabemos nada más. Seguimos igual desde el principio, no ha cambiado nada”.