Ceuta sigue yendo a contracorriente en la parcela relativa a ocupación (y en otras muchas tantas, todo hay que decirlo). Según la ultimísima Encuesta de Población Activa, el paro ha vuelto a subir en nuestra salada tierra. Ni el verano ni la OPE están siendo suficientes -al menos, de momento- para aligerar las colas del INEM. Y eso es preocupante.

Lo que más preocupa a las autoridades locales es el hecho de que la situación de Ceuta contrasta sobremanera con la tónica nacional. Mientras en suelo caballa la tasa desempleo ronda los 27,5 puntos porcentuales, en el conjunto del Estado, la misma cifra apenas se acerca al 12%. España, de hecho, viene de batir su propio récord de empleabilidad, con más de 21 millones de cotizantes a fecha de 27 de julio de 2023. Ahí es nada.

Hoy por hoy, al otro lado de ese charco que nos separa de la península y en el que parecen ahogarse la bonanza y la prosperidad del resto del país, el número de ceutíes inscritos como demandantes de empleo se sitúa en torno a 11.000, unos 2.000 más con respecto al mismo período del pasado curso.

En medio de un clima de actividad como jamás ha existido, Ceuta tiene el desagradable honor de encabezar por mucho el ranking de regiones con mayor paro de toda España. Solo en lo que llevamos de año, alrededor de 1.400 desafortunados convecinos se han quedado sin oficio, lo que representa casi un 13% de nuestra población activa. A escala estatal, ese porcentaje de destrucción de puestos de trabajo no llega, siquiera, a los tres puntos, por lo que sobra decir que la diferencia es más que notoria.

Por sexos, las estadísticas muestran a las claras que la desocupación sigue teniendo, mayoritariamente, rostro femenino. De los 11.000 caballas parados de los que el INE tiene constancia, 6.600 son mujeres; 4.400, hombres. Abrumadora, la diferencia resulta en un doloroso 33%.