UN AÑO DE PANDEMIA, UN AÑO DE CRISIS

La debacle que está por emerger

La debacle que está por emerger
Conercio cerrado en el Paseo del Revellín
Conercio cerrado en el Paseo del Revellín

Hace justo un año, la gran mayoría de empresas, negocios, comercios y bares y restaurantes echaban la persiana. Medio mundo se confinaba en sus domicilios. Era el inicio oficial de la pandemia del nuevo coronavirus y el comienzo de una crisis cuyo final está aun muy lejos y cuyas consecuencias están aun por emerger.


El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicaba esta semana el censo de empresas constituidas y disueltas en los últimos doce meses, desde marzo de 2020. En este año, Ceuta ha visto nacer 50 nuevas empresas, 9 han ampliado capital; mientras que, según el INE han echado el cierre 13 y 7 han reducido su capital. Una cifra que basta para arquear las cejas de cualquier ceutí. ¿Sólo 12? Cualquiera que haya dado un somero paseo por Ceuta ha visto más de una docena de locales vacíos y persianas cerradas. Solo en los Polígonos del Tarajal hay más de 12 empresas que han pasado mejor vida.

Pero en este caso la realidad y la estadística no se contradicen. Aunque lo parezca. Dos son los motivos que sustentan esta afirmación. Por un lado la alta natalidad empresarial: nacen más nuevas empresas de las que mueren. Y, por otro, quizá haya más muertos vivientes de los que creemos.

Zombis

Las cifras que ofrece el INE son cautelares, explica desde la Cámara de Comercio de Ceuta Joaquín Mollinedo. La cifra real está por emerger. La clave está en la moratoria del Gobierno a los concursos de acreedores, apunta. Una moratoria que se aprobó hace justo un año y que, aunque expiraba este mes de abril, ha sido prorrogada esta semana hasta el final de 2021. 

El Gobierno acordó en abril de 2020 suspender el deber de los administradores sociales de solicitar la declaración de concurso de acreedores de sus empresas para que, aun encontrándose en causa de insolvencia, no lo solicitasen; es decir, acordó permitir la supervivencia de aquellas empresas para que aún sin viabilidad aparente puedan permanecer en el mercado acumulando deudas —entre ellos los créditos ICO— e impagos.

Esta moratoria ha dejado congeladas muchas decisiones de disolución, a la espera de que escampe el temporal de la pandemia. La moratoria también ha permitido la concesión de créditos ICO, cuya devolución es cada vez más difícil a la vista de que, en muchos casos, no se ha recuperado la actividad económica al cien por cien, dificultando un poco más la devolución de esos créditos, prolongando la agonía y retrasando una debacle que emergerá al caducar la moratoria en enero de 2022.

Según el informe de Iberinform, Ceuta ya cerró 2020 con un 16,2 por ciento de empresas “zombis” en el tejido empresarial, el doble que en 2019. Una empresa zombi son aquellas que presentan durante al menos dos ejercicios un resultado de explotación insuficiente para cubrir los intereses de su deuda. De acuerdo con los cálculos de Iberinform, la pandemia habría provocado que cerca del 17,6% del tejido empresarial español pueda considerarse zombi, casi el doble del 9,2% que se registraba cuando arrancó el ejercicio.

Natalidad

Según el INE, Ceuta acabó el año con 3.845 empresas, 56 más que en 2019, pero 71 menos que en 2018, año en el que la ciudad registró la cifra récord de empresas desde 1999. Pero la realidad empresarial de Ceuta es singular, más del 60% de las sociedades ceutíes son unipersonales, y son precisamente estos empresarios los que protagonizaron el aumento de empresas constituidas (54 de las 56), hasta alcanzar las 2.454, la cifra más alta en lo que va de siglo XXI.

A ello se le suma que la crisis ha frenado el consumo. La pandemia y la cuesta de enero han creado una tormenta perfecta que no ha podido capear ni las rebajas. En el primer mes del año, el comercio ceutí ha perdido un 18,7 por ciento de su volumen de negocio respecto a enero de 2020.

Un paisaje de pesadilla en el que las ayudas estatales y del Gobierno de Ceuta, comoerl Programa Ceuta resiste, están ayudando a apuntalar la economía ceutí, aportando oxígeno a un tejido empresarial que se ahoga. Un tejido empresarial que agoniza en que, probablemente, muchas empresas ¡hayan muerto sin que aún veamos sus cadáveres.

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