Este pasado jueves, amanecíamos con la noticia de que Endesa había incluido a Ceuta en una suerte de 'lista' de lugares afectados ante un posible escenario de escasez en el suministro de gasoil.

En un informe remitido a la mismísima Comisión Nacional del Mercado de Valores, la mercantil esgrimía -señalando al régimen de Vladimir Putin- que "las tensiones de mercado existentes" podrían dificultar la adecuada provisión de diésel "en el futuro".

Por primera vez desde el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la empresa reconocía que la coyuntura podía llevar aparejadas tan nefastas consecuencias. El problema radica en algo tan sencillo como que la central diésel de nuestra ciudad requiere de gasóleo en todo momento para generar electricidad (de ahí la preocupación y el alarmismo originados).

Y es que, al parecer, España depende enormemente del país de los zares de cara, precisamente, a la producción de energía eléctrica en los denominados 'sistemas extrapeninsulares', entre los que se encuentran ambos archipiélagos, nuestra ciudad hermana y nosotros mismos.

En una comunicación posterior, la compañía bajaba el suflé asegurando que "el suministro de gasoil está garantizado". Según fuentes de la filial del grupo Enel, la difusión del primer anuncio obedecía, única y exclusivamente, a motivos legales: "Estamos obligados a incluir la advertencia dada la situación internacional actual".

Parece ser, por tanto, que la ciudadanía caballa no tiene de qué preocuparse; no, al menos, de momento, puesto que la incertidumbre seguirá presente hasta que se consume la instalación del 'famoso' cable submarino, que aspira a conectar la red eléctrica de Ceuta con la del resto de la península a fin de que nuestra ciudad deje de estar 'aislada' energéticamente.