Sin tarjeta no hay fardo
ticket tarajal apaisada
Una de las primeras porteadoras que han accedido este martes a Ceuta, con su tarjeta.

El nuevo sistema de regulación del tránsito de porteadores con la expedición de tarjetas a su entrada por el 'Tarajal II' y l exigencia de devolución para poder sacar mercancías al país vecino ha comenzado este martes en medio de un vivo debate sobre su utilidad y al ralentí. La detención, ayer, de cerca de una decena de personas dedicadas a controlar el reparto de los fardos una vez superadas las instalaciones fronterizas después de que intentasen recuperar por la fuerza bultos incautados por los aduaneros del Reino alauita ha motivado una especie de boicot a la salida de productos.

Desde primera hora de la mañana, los vigilantes de seguridad contratados por la Ciudad para controlar los puntos de entrada y salida de Ceuta por el 'Tarajal II', el paso exclusivo para porteadores, han comenzado la distribución de tarjetas con el emblema 'T-II'.

Casi simultáneamente, quienes duermen en Ceuta, cruzan a la ciudad por la frontera ordinaria (colapsada como siempre o más, si es posible, en el lado marroquí) o rechazan usar el 'Tarajal II' porque denuncian que ahí "muere gente" o hay que hacer cola "desde las 10.00 horas del día anterior" para poder cruzar entre los primeros, han protagonizado un amago de protesta que han disuelto los agentes de la Policía Nacional.

Su testigo lo han tomado desde poco después de las 8.00 horas dentro de los polígonos, justo enfrente del antiguo paso del Biutz clausurado, efectivos de la Unidad de Intervención Rápida (UIR) de la Policía Local para impedir a cualquiera sin tarjeta acercarse siquiera a la salida que conduce a las canalizaciones del 'Tarajal II'.

No obstante, el bloqueo a la salida de productos, supuestamente ordenado por sus propietarios del otro lado de la frontera ante el temor a que sean incautadas ("hoy solo van a salir sábanas", se aseguraba en las puertas de las naves) ha mantenido, al menos en los primeros compases de la mañana, la zona, habitualmente convulsa, en una extraña atonía.

Para unos cuantos las tarjetas serán una forma de ordenar el caos. Para otros,una nueva fórmula de ingresos para los corruptos. "Esta tarjeta", recelaban mientras salía el sol varios hombres ante los periodistas, "es ahora como dinero, igual que un billete, y no tenemos por qué fiarnos de que un vigilante de seguridad no le va a dar diez o veinte a un amigo para que las reparta, como ya se hizo con las anteriores".

Sin tarjeta no hay fardo


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