Merecía el premio sólo por explicar el origen del universo con un globo y un rotulador y así fue. Meriem Abdelaziz, del Instituto Puertas del Campo, se hizo con la plaza para disputar la final de Madrid de la primera edición del concurso de monólogos científicos ‘Locos x la Ciencia’ de la Fundación Telefónica. Su instituto era sin duda el favorito para esta final de Ceuta, cuatro de los seis monólogos elegidos procedían de sus aulas.

Meriem apostó fuerte: su monólogo giraba en torno al origen del universo, del Big Bang al Big Crunch y le sobró con un globo y un rotulador para explicar la expansión del Universo. Pero, tranquilos, faltan cientos de miles de años para el temible Big Crunch, mientras, su padre, cuenta Meriem, puede presumir con sus amigos de los conceptos científicos que le explica su hija. “Ponme un café, pero date prisa que nos va a pillar el Big Crunch”.Meriem fue la elegida, pero sus compañeros y rivales no se quedaron atrás.

La primera en abrir fuego fue Salima Tal-Ahmed, del Puertas del Campo, que nos explicó en pocas palabras a qué se dedican los físicos en realidad: “Los físicos inventan cosas que no saben para qué sirven y las guardan en una habitación, luego llegan los ingenieros y ven lo que les sirve y lo que no, pero pueden pasar 500 años”. Los físicos descubren el concepto y los ingenieros la aplicación. Pero, probablemente, aventura Salima, si alguno de esos científicos del siglo XVIII levantaran la cabeza se llevarían un buen susto con los frutos de su descubrimiento. Imaginen sino, propuso Salima, que ponemos al físico Daniel Bernoulli (nacido hace 300 años y a cuyas ecuaciones debemos que los aviones vuelen) en medio de la T4: “Moriría de un susto al ver despegar un Airbus 380”. “Y como conozco a Isaac Newton sé la gravedad de lo que hablo”, remató.

Insaf Abdelkader, también del Puertas del Campo, elucubró su propia teoría sobre la proporción aurea, demostrando, para pasmo del público que nuestro rostro cumple la regla del número de oro.. que era perfecta. Como todos, todos somos perfectos según la proporción aurea. Eso que aprendió de paso nuestra autoestima. Luis García, de La Inmaculada, optó por desmenuzar a golpe de chiste la evolución del hombre, desde el Homo Hábilis, “que muy hábilis no era pero había que ponerle un nombre”, pasando por el Homo Erectus, que descubrió el fuego y con él la socialización “Que aún hoy practicamos, pero sólo los fines de semana y alrededor de otras fuentes de calor”, para acabar con el Homo Sapiens Sapiens, tan “sapiens como los de Hombres, Mujeres y Viceversa y con la inteligencia emocional de Belén Esteban”.

Suad Ahmadieh, del San Daniel se decantó por un complejo y divertido monólogo en torno al sistema nervioso y los actos reflejos involuntarios y los mecanismos que nos hacen responder a un golpe o a la orden de tu madre de recoger la habitación. Omar Kheribieh, también del Puertas del Campo, se atrevió con los números primos, cuyo patrón sigue siendo un misterio para los matemáticos y que son “tantos como gente tonta hay en el mundo”.

Entre todos demostraron dos cosas: Una, la ciencia puede ser divertida, aunque, claro, todo es relativo y depende de cómo te la cuenten. Y dos: los empollones, si quieren, pueden ser muy divertidos y, algún día, el mundo será suyo.