Este sábado 18 de junio estaba marcado a fuego en la cabeza de 804 personas que habían presentado su solicitud para examinarse en las oposiciones al cuerpo de profesores y maestros de Educación. El día amaneció caluroso y en los pasillos de los diferentes centros, como el Siete Colinas se agolpaban a esperar que les llamara el tribunal de uno en uno para entrar al aula donde tendrían que superar el examen con dos partes, el tema a desarrollar y el supuesto práctico. En juego sólo 30 plazas, las que corresponden a la reposición por jubilación.

De los 804 inscritos fallaron algunos que para cuando les llamaban ya habían tirado la toalla. “Estoy muy nerviosa. Con mucha incertidumbre porque es mi primera vez, todo es nuevo y estoy que no sé ni coger bien el boli”, relataba María Hernández a la espera de ser llamada.

Los abanicos se agitaban para aplacar el calor, pero también los nervios, más aún en quienes trataban de abanicarse con el ridículo DNI. A veces abanicaban, a veces mordisqueaban y a falta de DNI o abanico siempre quedan uñas que morderse. El calor omnipresente sumaba un grado de dificultad. “Se van a desmayar”, apuntaba Lorena Díaz de CCOO.

Y a todo eso algunos sumaban el no haber dormido por los nervios o como en el caso de Mamen Fernández por las gemelas de 7 meses. “Ella tiene la práctica superada”, bromea su amiga María.

Y todos con el mismo deseo, “que salga la bola buena y a cruzar los dedos”.

“La espera es lo peor. Hasta que empiezan a decir los nombres y a entrar... Estamos temblando”, apunta Mamen. “Yo ahora mismo no tengo ni calor. Yo quiero soltarlo todo lo que tengo en mi cabeza e irme para mi casa. Que pase ya el día porque se pasa muy mal”, apuntan a dúo las dos amigas opositoras.

“El ambiente es el normal en estos casos. Nerviosismo, ansiedad, sobretodo de los que vienen preparados y aspiran a llevarse una plaza. Hay un grupo de opositores que prácticamente vienen a firmar y esos, lógicamente, no tienen ningún tipo de ansiedad”, resume el presidente de la Junta de Personal, Francisco Lobato, en el Instituto Abyla, mientras megáfono en mano un miembro del tribunal va llamando a los aspirantes apiñados en el patio de entrada al centro.

Lobato sí apunta a que “el número de plazas que han salido es escaso porque es el que se refiere al sistema de jubilación. El año que viene o al siguiente saldrá ya por el proceso de estabilización y saldrán más plazas”.

En esta ocasión sólo 30 plazas. Cambia la probabilidad por el cupo de candidatos según la especialidad. Pero en algunos casos, Lobato reconoce que “la proporción es para estar asustados. En Educación Infantil se supera los 40 opositores por plaza, en cambio en Audición y Lenguaje hay sólo 3 plazas, pero 48 opositores, una para cada 16.

Los resultados del examen de este sábado se prevé que estén publicados sin nombre, pero con número de opositor para la próxima semana. Y el proceso resuelto a principios de julio. A los que aprueben aún les esperan semanas de nervios, afinar la programación y seguir mordiendo uñas.

A los que no, les quedará esperar a que el Boletín Oficial del Estado publique antes del 31 de diciembre la convocatoria de plazas para el proceso de estabilización unas 60 aproximadamente por la vía de la oposición y 25 por la de concurso en Secundaria y otras más de 60 en Primaria. Después se verá si el proceso de selección se celebra en junio de 2023 o en junio de 2024. Un número de plazas “que podía ser mayor”, reconoce Lobato, se había hablado de más de un centenar en cada apartado, pero que “es una cifra importante”, concede.

La suerte está echada.