LA OPE COLAPSA LA FRONTERA

“Te ahorras 250 euros para comprar el cordero si vienes por Ceuta, pero doce horas de espera no compensa”

“Te ahorras 250 euros para comprar el cordero si vienes por Ceuta, pero doce horas de espera no compensa”
Colapso en el Tarajal
Colapso en el Tarajal
Conatos de revuelta, sed, hambre, aburrimiento y hasta un parto. Crónica del segundo día de caos en la zona de espera para cruzar la frontera

Asma viene desde París. Resopla cuando le preguntan cuántas horas de viaje lleva encima. En su regazo duerme un bebé de muy pocos meses y otros dos pequeños se entretienen como pueden a su lado. Está sentada en el asfalto, recostada sobre la valla de la zona de embolsamiento de vehículos de Loma Colmenar, a menos de un kilómetro de su ansiado destino, Marruecos. Pero aun le quedan muchas horas para poder llegar. En el cartel de la entrada asegura que el tiempo de espera para poder cruzar el Tarajal ronda las siete horas, pero sabe que serán más. Sonríe agitando la cabeza y vuelve a resoplar.

Ella es solo una de los miles de marroquíes que viajan hacia su país para pasar sus vacaciones en el marco de la Operación Paso del Estrecho y que han quedado atrapadas en la zona de espera para cruzar la frontera. La enorme diferencia de precios de Ceuta con la línea Algeciras-Tánger, hasta 250 euros, ha disparado el número de embarques hacia la ciudad autónoma, aumentando un 45 por ciento en los últimos días. Un repunte que, lamenta cualquiera a quien se pregunte, era más que previsible. No en vano, era evidente que estamos ante una OPE que, tras dos años de pandemia y restricciones a la movilidad y con las fronteras terrestres y marítimas entre España y Marruecos cerradas, podía alcanzar dimensiones excepcionales. Y así ha sido, más aún coincidiendo con las vísperas del Eid el Adha, la Pascua del Sacrificio que se celebra el próximo fin de semana.

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Un hombre duerme en el suelo a la sombra de su coche en la zona de espera para cruzar la frontera.

El primer aviso llegó en la tarde del viernes. El atasco monumental que se vivió en la zona de embolsamiento de Loma Colmenar, habilitada para evitar el colapso de los accesos a la frontera o el hospital, evidenciaba que se estaba tambaleando el dispositivo previsto para las fechas punta de la Operación Paso del Estrecho. Y la Pascua del Sacrificio estaba claro que era una fecha punta y muy afilada.

Pero, si el colapso del viernes fue monumental, el de este sábado alcanzó dimensiones preocupantes. La cola de vehículos desbordó la parcela de espera y empezó a rodear el Hospital Universitario. Miles de personas y vehículos atrapados en un atasco que no avanzaba. Sin apenas zonas de sombra, sin agua, sin lugares donde avituallarse y con muchas horas por delante. Siete, auguraba el cartel que recibía a los recién llegados al infierno de la paciencia, pero todos sabían que podían ser muchas más. “Doce”, grita a su paso uno de los conductores al que, por fin, le llega el turno de salir de la zona de embolsamiento hacia el Tarajal. Se va sonriente aunque aún le queda un último doble filtro: el paso fronterizo, donde deberá sortear los controles de uno y otro lado, más exhaustivos si cabe en el lado marroquí. Un protocolo de controles que viene ralentizando aún más el tránsito. Para unos, es un nuevo ejemplo de las malas artes de Marruecos en la frontera con Ceuta, para otros, en cambio, es inevitable por las dimensiones que ha alcanzado esta edición de la OPE, que la hacen un poco más compleja, pero se está trabajando a destajo a ambos lados de la frontera, con todos los efectivos movilizados.

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Abdel, tangerino afincado en Canarias, lamenta que las autoridades no hayan sido más previsoras.

Abdul viaja con su mujer y sus dos hijas adolescentes. Han sido precavidos y tienen avituallamiento de sobra y hasta sillas y mesas de camping para el picnic sobre el asfalto de Loma Colmenar. Vienen desde Toulouse, hicieron noche en Alicante y van hacia Fez a pasar el Eid con su familia. Pero no todos han sido tan precavidos y se han visto atrapados en Ceuta sin agua, ni comida y sin saber cuántas horas de espera les queda por delante. Están en la zona más cercana al acceso a la parcela de espera y ya acumulan muchas horas de agonía: “Llevamos cinco horas y no se ha movido nada, nada”.

Tras dos años de restricciones a la movilidad y con las relaciones entre España y Marruecos al borde de la ruptura, se han sumado dos ingredientes más que han creado la tormenta perfecta: la inminente Pascua del Sacrificio (10 de julio), por fin sin medidas de prevención por la pandemia, y los elevados precios que han impuesto las navieras que operan en las líneas con Tánger han desviado buena parte del flujo de viajeros hacia la ciudad autuónoma de Ceuta desbordando las previsiones.

La gran mayoría de los preguntados han atravesado la Península desde Francia y Bélgica y desde los más diversos puntos de España. Abdel se sale de esa tónica. Él viene con su coche desde Canarias. Primero 44 horas a bordo de un barco hasta Huelva y desde allí otras cuatro horas a Algeciras para terminar varado en un inmenso aparcamiento a tiro de piedra de la frontera con Marruecos, suspira con sorna. 

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Imagen de la zona de embolsamiento pasadas las 22.00 horas.

Al llegar a la Estación Marítima de Algeciras se encontró con la sorpresa de que los precios de las navieras que habían de llevarlo a Tánger, su destino final, se han disparado hasta límites insospechados. “¡250 euros de diferencia!”, exclama, “todo el mundo se lo ha pensado, es mucha diferencia. Pero yo pensaba que esperaría tres o cuatro horas no diez o doce o vete a saber lo que vamos a esperar”, explica en un perfecto castellano este tangerino afincado en Canarias . Viaja con su mujer y sus dos hijos, pertrechado con todo tipo de viandas y sillas y mesas de camping. “Tres horas o cuatro horas por 250 euros merece la pena, te ahorras un dinero, pones cien euros más y te compras el cordero, pero diez o doce horas ya es mucho, no compensa”.

“No pasa nada, es lo que hay, pero tenían que haber pensado un poquito, ser previsores. Esto no se mueve. Desde que entramos estamos en el mismo sitio”, lamenta Abdel. “Yo gracias a Dios tengo de todo, como viajo con niños. Pero aquí no hay nada, no pasa nadie, nadie te dice nada, a ver si ustedes pueden hacer algo, que esto es vergonzoso”, lamenta. 

Protección Civil se encargó este sábado de proporcionar agua a los atrapados. Montones de cajas de botellas se amontonan en uno de los accesos, junto a los furgones de la Policía Nacional que custodian la zona de embolsamiento para tratar de contener los muchos conatos de protesta. Uno llegó a cristalizar en manifestación que, sin incidentes y también sin éxito, marchó a media tarde hacia el paso fronterizo para reclamar que se desatascara la situación. 

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Miles de viajeros marroquíes, atrapados en la zona de espera para cruzar la frontera.

Pese a las largas esperas y la tensión inevitable, el ambiente era, por lo general, distendido en la explanada de Loma Colmenar. Partidos de fútbol improvisados en las pocas zonas sin vehículos, siestas a la sombra del coche, picnics, tertulias… Pero también innumerables asistencias médicas, la gran mayoría por enfermedades comunes o síntomas derivados del calor, pero también un parto. 

Un escenario que, a buen seguro, seguirá repitiéndose durante esta próxima semana. “Vienen días duros”, advertía este sábado a Ceuta al Día Abdelmalik Mohamed, de Residentes Ceuta. Es la primera semana de julio, comienza oficialmente el periodo vacacional en toda Europa y el próximo domingo se celebra la fiesta grande de los musulmanes, la primera sin restricciones después de dos años, insiste. Y todo en el marco de la primera Operación Paso del Estrecho desde 2019. Este primer fin de semana ha sido solo el aviso del caos que puede alcanzar a Ceuta si no se está preparado. Falta por saber si se ha aprendido la lección.

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“Te ahorras 250 euros para comprar el cordero si vienes por Ceuta, pero doce horas de espera no compensa”


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