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Arcos Quebrados, la barriada sin derechos: sin alcantarillado, sin recogida de basura, sin aceras ni asfalto

Arcos Quebrados, la barriada sin derechos: sin alcantarillado, sin recogida de basura, sin aceras ni asfalto
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Arcos Quebrados.

Todas las barriadas tienen sus problemas, carencias y necesidades. Y luego está Arcos Quebrados. Un barrio sin luz, ni saneamiento, ni recogida de basuras, ni aceras, ni tan siquiera asfalto en sus calles. Aquí nadie quema contenedores porque no los hay. 


Arcos Quebrados es un barrio olvidado dentro de la barriada olvidada por excelencia, el Príncipe. Un barrio en el que los vecinos han tenido que asfaltar sus calles y construir su propio alcantarillado. Un barrio, sembrado de basura y chatarra, en el que sus vecinos llevan años reclamando derechos básicos sin que nadie les escuche. Una barriada que ha visto como el consejero de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yamal Dris, se reunía con todos los presidentes de las asociaciones de vecinos de la ciudad, pero se olvidaba de ellos.

Arcos Quebrados se desliza hacia el mar ladera abajo desde la mezquita Al-Umma, en Príncipe Felipe. Allí, en lo que aún se llama Las Caracolas en recuerdo a los módulos de obra que hacían las veces de viviendas de protección oficial, esperan Bilal Hassan y Nabil Abdelkader, vicepresidente y presidente de la asociación de vecinos, listos para guiar a Ceuta al Día por el barrio. En el entorno de la mezquita, corazón de esta parte de la barriada, luce uno de los escasos viales asfaltados de la zona, pero de poco más puede presumir. La plaza que se abre frente a la mezquita carece de bancos, árboles o zona de juegos infantiles. Es una plaza en blanco, poco más que un acera ancha y, pese a ello, un lujo urbanístico en comparación con el resto de la barriada.

Dos pasos más allá desaparece el asfalto. El suelo está pavimentado con cemento por los propios vecinos. No hay ni una sola acera y las farolas, la mayoría con más de 30 años de vida, se sostienen a duras penas sobre postes de madera inclinados en los que se enredan decenas de cables

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Dos pasos más allá desaparece el asfalto. El suelo está pavimentado con cemento por los propios vecinos. No hay ni una sola acera y las farolas, la mayoría con más de 30 años de vida, se sostienen a duras penas sobre postes de madera inclinados en los que se enredan decenas de cables. “Esta zona es la única en la que han asfaltado”, explica Bilal Hassan, “ha costado 40.000 euros y fíjate”, dice señalando un vial en pendiente en el que el asfalto brilla por su ausencia. Un tramo de poco más de 50 metros que acaba en un calle sin salida, cubierto a duras penas por una capa de cemento. “Y esta es la única alcantarilla que ha hecho el Ayuntamiento”, explica Nabil Abdelkader, indicando una rejilla en la que desaguan pluviales evitando que la lluvia entre en las casas. “Un alcantarillado que, por cierto, no tenemos pero pagamos, como la recogida de basura, que también pagamos pero no tenemos, de hecho solo hay dos contenedores en toda la barriada y no los recoge TRACE”, apunta Hassan. Y contenedores de basura es mucho decir, pues son containers de metal propios de una obra. Están uno en cada extremo de la barriada y ocasionalmente los recoge Ecoceuta, explican. “Los contenedores de verdad más cercanos están en Príncipe Felipe o ya en el Tarajal, abajo del todo”, señalan.

Una paradoja, casi una estafa, en la que incide Sora, una vecina que pasa con su coche junto al reportero y los dos representantes vecinales. “Pago 90 euros, a veces 100 ó 120 euros del recibo único, pero eso no es el agua que yo gasto, pagamos un saneamiento y una recogida de basura que no nos dan pero tenemos que pagar”. Una queja que los vecinos han trasladado muchas veces a los responsables. “Es que viene en el recibo único”, es la única explicación que se les da.

“Aquí la mayoría de los vecinos han ido a pedir un contador de la luz y no se lo dan, si quieres un contador tienes que tener cédula de habitabilidad y te obligan a coger la luz porque no te queda otra, ¿qué vas a hacer? ¿dejar a tus niños sin luz?

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Adentrándose entre las callejuelas de la barriada, los cables del tendido eléctrico cuelgan de mala manera y se enredan en los postes de madera peligrosamente inclinados, algo que se repite allí donde mires en toda la barriada. Postes de madera apuntalando a otros postes, atados unos a otros para evitar su desplome, coronados en su mayoría por madejas de cables. Símbolos de una barriada en la que solo una minoría paga el recibo de la luz, o mas bien habría que decir que una mayoría “puede pagar el recibo de la luz porque al resto no les ponen un contador”. “Aquí la mayoría de los vecinos han ido a pedir un contador de la luz y no se lo dan, si quieres un contador tienes que tener cédula de habitabilidad y te obligan a coger la luz porque no te queda otra, ¿qué vas a hacer? ¿dejar a tus niños sin luz? Vas como buena persona a pedir un contador y es lo que encuentras, aquí hay 25 familias que han pedido un contador de la luz pero se lo niegan y lo cogen de donde sea”.

Fatima lo sufre cada día. Viuda, 61 años, explica con Nabil ejerciendo de intérprete, tiene un enganche ilegal aunque ha pedido mil y una veces que le pongan un contador. “Nos tenemos que unir para pedir contadores de luz”, propone. “Es un problema que tiene media barriada y es un derecho básico de las personas, que no pedimos trabajo ni lujos”, reprochan. “Nos tienen olvidados”, dice cruzando los dedos para que no vuelva el enésimo apagón y se eche perder todo lo que tiene en la nevera.

También este aparte está asfaltada por los vecinos, como la mayor parte de la barriada, y las alcantarillas son también obra del vecindario. El único rastro de presencia institucional son las rayas amarillas que prohíben aparcar. “Esto es un milagro que esté así y es por los vecinos”, explica el presidente vecinal, “por aquí no pasa TRACE, ni el Plan de Empleo ni nadie. A veces cuando les apetece mandan una brigada”, explica Bilal. Junto al contenedor está otra de esas infraestructuras que son obra de los propios vecinos, unas empinadas escaleras, construidas a duras penas a base de ladrillos y cemento, que sirven de acceso a la N-352, a la altura de la rotonda que sube al Hospital Universitario. “Pensamos que la vería la Ciudad y la terminarían ellos, pero ni por esas”.

Un reguero de chatarra, vehículos calcinados o abandonados, enseres y electrodomésticos, que se ha convertido en la imagen más conocida de Arcos Quebrados. Si hasta aquí el estado de la barriada era indignante, aquí es ya desolador.

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La estampa de abandono de la barriada alcanza niveles de paroxismo carretera arriba, alrededor del valle de basura de la finca Buzzian. Un reguero de chatarra, vehículos calcinados o abandonados, enseres y electrodomésticos, que se ha convertido en la imagen más conocida de Arcos Quebrados. Si hasta aquí el estado de la barriada era indignante, aquí es ya desolador. La zona, una finca privada, presenta el aspecto de un vertedero gigantesco, sin que nadie, ni el dueño ni la ciudad, tome medidas mientras el problema se va de las manos hasta alcanzar dimensiones inenarrables.

Es el final del recorrido por la barriada, un paseo por una barriada que en pleno siglo XXI clama por derechos básicos. Cualquier barrio pondría el grito en el cielo por uno solo de los problemas enumerados hasta ahora. Ellos solo piden que se les escuche al menos una vez.

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Arcos Quebrados, la barriada sin derechos: sin alcantarillado, sin recogida de basura, sin aceras ni asfalto


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