Así funciona el cerebro de la Unidad Militar de Emergencias

Así funciona el cerebro de la Unidad Militar de Emergencias
El delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, visita el MOPI


-Entramos en el Mando de Operaciones Inmediatas en el acuartelamiento Pardo de Santayana

-El puesto de control de la UME integra a efectivos militares y civiles preparándose para trabajar juntos en caso de emergencia


El martes, minutos después de las 05.02 de la madrugada, sonaba el teléfono en el domicilio de Jacob Hachuel, consejero de Presidencia y Gobernación. Desde el servicio de emergencias le daban la fatal noticia: un terremoto de magnitud 6 en la escala Ritcher, con epicentro a diez kilómetros de la costa de Ceuta había sacudido la ciudad y se temía lo peor; había que activar el protocolo en estos casos. Afortunadamente era sólo un simulacro y Hachuel dio luz verde, colgó y se dio la vuelta para seguir durmiendo. Su implicación directa en el simulacro no era aún necesaria y además ese día le esperaba una larga sesión plenaria. Pero dos minutos después el teléfono volvía a sonar. Al otro lado de la línea estaba el teniente coronel Isaac López García, jefe del BIEM II, el Batallón de Intervención en Emergencias de la Unidad Militar de Emergencias (UME)
 
-¿Señor Jacob Hachuel? Soy el teniente coronel López García.
 
-Sí, dígame
 
-¿Se encuentra usted bien?
 
-Sí, sí, claro –respondió el consejero sorprendido por la pregunta.
 
-¿Y su familia? ¿Todos bien?
 
-Eh.. si, sí, todos bien
 
-De acuerdo, procedemos a activar el dispositivo…
 
Jacob Hachuel, ya desvelado del todo y aún descolocado por el tono absolutamente serio de la conversación pese a ser un simulacro, comprendió entonces que la UME mide al milímetro cada hipótesis. No eran, aunque pueda parecerlo, preguntas de cortesía. Al jefe del BIEM II no le preocupaba su estado de salud sino su capacidad de respuesta. Si el consejero estuviera herido o hubiesen desaparecido o muerto alguno de sus familiares no sería apto para trabajar en las labores de coordinación del operativo de emergencias y sería necesario saltar un eslabón en la cadena de mando.

Es sólo una muestra del trabajo invisible de la Unidad Militar de Emergencias, la ciencia de organizarse en medio del caos, cada escenario debe estar previsto, aunque nunca haya temblado la tierra bajo tus pies. Una labor de coordinación que tiene un cerebro que cabe en una tienda de campaña, el puesto de mando: el MOPI, el Mando de Operaciones Inmediatas, levantado para este simulacro en el acuartelamiento Pardo de Satayana. Ceutaldia se ha colado en el cerebro de la UME para comprender como funciona de la mano del Capital Ángel García Solaz, responsable de Relaciones Internacionales del II Batallón de la UME.

Como cualquier decisión difícil, también en un terremoto lo primero es marcar las prioridades. “La prioridad absoluta es encontrar personas vivas, el tiempo es fundamental y a partir de las primeras 48 horas es cada vez más difícil, incluso a veces después de 24 horas”, explica el capitán, “la reacción cuanto más rápida sea más eficaz será y ya después hay que atender a la gente herida, a quienes han perdido la casa y restablecer servicios básicos. En suma, restablecer la normalidad lo antes posible para que los ciudadanos se sientan también lo más seguros posibles“. En el caso del simulacro realizado en Ceuta, la UME ha trabajado con dos hipótesis de suministros afectados. Por un lado la contaminación del embalse del Renegado por el vertido de tóxicos y graves daños estructurales en la central de Endesa que dejarían la ciudad sin electricidad. El apartado de telecomunicaciones, por si acaso, lo tiene resuelto la UME de antemano.

Con el primer destacamento llega el operativo Early Entry (Entrada Temprana), un pequeño puesto de mando provisional equipado con un sofisticado camioncito todoterreno que garantiza una “burbuja” de comunicaciones, tanto a nivel satelital como telefónico. “Aantes de que se monte el macro operativo se monta este pequeñito para empezar a trabajar, la emergencia no deja de crecer y hay que seguir trabajando nada más llegar, haciendo además la transferencia de la autoridad de la Ciudad a la UME”, explica el portavoz de la UME en el simulacro SUR16.

Dentro del cerebro

Una enorme carpa color tierra acoge al cerebro de la UME, dividido como si de hemisferios se tratara, en dos partes fundamentales, la que gestiona la toma de decisiones en operaciones inmediatas, situada al fondo de la sala, reunidos en una mesa en forma de uve, y la que coordina el planeamiento de la misión, que ocupa la parte más amplia a la entrada de la carpa.

“Operaciones lleva la intervención en terreno, bien sea con hospitales militares como el caso de la BRISAN (Brigada Sanidad), que monta hospitales de campaña para atender a los heridos, hospitales preparados incluso para operaciones quirúrgicas”, detalla el capitán en este tour por los engranajes de la UME. En este hemisferio trabajarían también, codo con codo, el INGESA, Cruz Roja y el equipo encargado de controlar y coordinar a los intervinientes. “Es la parte del cerebro que marca el movimiento del personal, si hay emergencias de búsqueda y rescate de personas, activa el equipo USAR (Urban Search and Rescue) de rescate urbano”.

En la zona de Planeamiento se suceden los departamentos: personal, seguridad, atención psicológica, atención al ciudadano, la comunicación pública, la logística y el mando. Ellos dan solución a lo que va pasando sobre el terreno. Montar la morgue si fuera necesario, dotarla de psicólogos, atender las llamadas de los ciudadanos desesperados, decirles dónde se deben dirigir para buscar a un familiar, informar si se han restablecido servicios, preparar listas de fallecidos, rescatados o desaparecidos; organizar los turnos de los equipos, coordinar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (en el caso del simulacro de Ceuta se movilizó también al Ejército en materia de seguridad) para evitar el caos y los pillajes, trasladar heridos… Una tarea abrumadora que que tener organizada de antemano para evitar el caos y garantizar la máxima eficacia posible. “Y todo este personal no es solo militar”, matiza el capitán Ángel, “organizaciones sociales como Cruz Roja o empresas privadas implicadas en los servicios básicos de telefonía o suministro eléctrico, Endesa, Cepsa…. Toda esa gente tiene que estar también aquí para restablecer la normalidad.

Este simulacro, el más grande que ha se ha hecho antes en España, es una muestra del trabajo que a diario lleva a cabo la Unidad Militar de Emergencias. “Se trabaja sobre planeamiento, estos ejercicios sirven para que en caso de que haya una emergencia, sepamos poner cara a toda esa gente que ha de trabajar junta cuando no está acostumbrada, que sepa qué es un MOPI y cómo funciona, que no tenga miedo, que todo ya esté estructurado, pensado, que en caso de emergencia la gente sepa cuál es su misión y cuál es su silla, que esa base esté estructurada y automatizada”. Pero esto es un simulacro, un juego muy serio pero un juego. Lo verdaderamente difícil es responder en una situación de pánico. Un trabajo que en la UME llevan a cabo gracias a la Cátedra Comandante Sánchez Gey de la Universidad Complutense.

Eso es lo más difícil sobre el terreno, en el capítulo teórico, en el de los simulacros lo más complejo es saber organizarse en medio del caos. “A nivel simulado lo más difícil es la organización, hay que unir un montón de entidades diferentes, que no están acostumbradas a trabajar conjuntamente y de esta forma lo que hacemos es integrarlas, lograr un engranaje que funcione. Ese primer periodo de organización es lo más difícil, una vez que la gente sabe lo que tiene que hacer y donde trabaja el modo de ejecución es más sencillo”, explica el portavoz de la UME.

Réplica del seísmo de Melilla

Es sólo un simulacro pero estremece comprobar las coincidencias entre el seísmo virtual y el que hizo temblar Melilla. Aquel fue de una magnitud de 6,3, el diseñado por la UME en Ceuta de 6; el epicentro del real estuvo a 77 kilómetros de la costa y a sólo 10 de profundidad, el creado en Ceuta, a 10 kilómetros de la costa ceutí y a 20.000 metros de profundidad. “Es casualidad, el ejercicio estaba pensado antes (en junio), de lo que sucedió en Melilla”, matiza el responsable de Telecomunicaciones del III Batallón de la UME. “Ya nos pasó eso mismo en Lorca, estuvimos en Águilas (Murcia) haciendo un ejercicio simulando un terremoto y sucedió algo parecido, lo bueno es que ya estábamos rodados. Cuando buscamos ejercicios queremos que se parezcan a la realidad lo más posible y miramos también qué lugares pueden tener problemas, que están afectados por placas tectónicas. No trabajamos a la ligera”.

Del cerebro al corazón

Muy cerca de la base Pardo de Santayana, en el Polideportivo de Santa Amelia se ha montado el Centro de Atención al Ciudadano. Un centenar de camas esperan a los que se habrían quedado sin casa o tienen miedo de volver a ella. “Aquí se gestionan las demandas que van llegando por parte de los ciudadanos que la UME va derivando, aquí se filia a los afectados, se toma sus datos sobre todo para la reagrupación familiar, les dirigimos a dónde quieren ir, bien para buscar a sus familias o para ir a la morgue y gestionamos los traslados a esos servicios además de los alimentos, agua, atención sanitaria, atención psicológica… “, desgrana Carmen Rodríguez, trabajadora social de Cruz Roja y coordinadora de este centro de atención al ciudadano.

Como ya advirtió el capitán de la UME lo más difícil es reaccionar. Así lo ha vivido también Carmen Rodríguez. “Lo más duro es el inicio, el momento del shock, da igual que sea un simulacro, yo gracias a Dios no he vivido nada parecido pero el organizarse rápido es lo principal, tenerlo todo dispuesto para que la gente se sienta arropada”. Esta trabajadora social destaca en especial el trabajo de los ‘figurantes’, muy metidos en su papel e imprescindibles en un simulacro de esta envergadura. “Ha sido muy curioso vivirlo en primera persona”, reconoce.

El reducido tamaño de la ciudad y el contacto habitual entre los distintos organismos ha sido un punto de apoyo para vertebrar la organización ate la emergencia. “En Ceuta tenemos la ventaja de que todos nos conocemos y eso se ha notado al trabajar, casi todos teníamos una persona de referencia y ha sido mucho más fácil organizarse, las comunicaciones han funcionado muy bien se han solventado todos los problemas , hasta los equipos informáticos se han portado bien”, concluye.

El simulacro SUR16 está sólo en su ecuador, mañana concluirá con la visita del subsecretario del Ministerio del Interior y varios ejercicios en la zona portuaria y el hospital.

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