Setenta y seis años después la imagen se vuelve a repetir, por vez primera con un recorrido diferente pero con idéntica emoción. El Nazareno y La Esperanza volvieron a encontrarse frente a frente en su particular vía crucis a los pies del Palacio Autonómico, meciéndose un año más al son de ‘El novio de la Muerte’ rodeados de miles de ceutíes como testigos emocionados.

Una devoción especial que es una de esas herencias invisibles de la época portuguesa, un fervor antiguo por el "Senhor dos Passos con la cruz al hombro en una de sus tres caídas camino del Calvario que se remonta a mediados del siglo XIX. Un ritual en el que se funden lo religioso y lo militar que es ya parte intrínseca de Ceuta y que hacen especial a este Martes Santo, cénit adelantado de la Semana Santa ceutí, que desde mañana comienza a perder público a cada paso.

No hizo falta este año mirar al cielo de reojo, el viento de Poniente moderado despejó las dudas y regaló a El Nazareno y La Esperanza una tarde de primavera para su cita con los ceutíes. Sólo las obras de la Gran Vía y plaza de África alteraron el ritual, obligando al público  a madrugar más incluso que en años anteriores para buscarse el mejor hueco posible. Y no era fácil.

Las obras han reducido notablemente el espacio disponible y el desvío hacia el Paseo de las Palmeras complicaba asistir al Encuentro y seguir a los pasos por la Gran Vía, como mandaba la tradición, así que la gran parte del público se concentró en la plaza de África en torno a la puerta noble del Ayuntamiento formando un círculo con menos capacidad pero más cercano al esperado Encuentro. Y una novedad, una imagen inusual la del cielo azul sobre el Encuentro. Debido al adelanto de la hora de la estación de penitencia y al cambio de hora de primavera, la cita entre Semana Santa ceutí.