Una de cada diez importaciones de España, explica este experto, llegan del Norte de África, un 70 por ciento de ellas de Argelia y Nigeria, y hasta hace nada también de Argelia. Y el 60 por ciento del gas que importamos llega desde la vecina Argelia, un 70 por ciento si sumamos lo que viene también de Nigeria. “Fíjense en la concentración de riesgos” de una zona de planeta de la que escapan las inversiones, las grandes multinacionales retiran sus plantillas desplazadas, o donde los campos gasistas no logran ocuparse por miedo a ser, de nuevo, objetos de ataques. Porque, aunque en la geoeconomía todo factor económico cuenta, desde flujos de comercio a grandes empresas de cualquier sector, en esta zona del planeta los recursos energéticos son el medio y a veces el fin de la guerra, depende del caso siempre, a veces los dos son determinantes en el conflicto, advierte Escribano. “Cualquier conflicto tiene derivadas geoeconómicas”.
La solución, o simplemente la salida, es compleja en este terreno, cada vez más enconado, reconoce este experto en geoceconomía, capaz de casi llenar una sala de conferencias con un tema tan aparentemente árido. El primer paso es “cambiar nuestra visión sobre el sur” y aprender a gestionar la interdependencia , “nos falta conocimiento de la región” para lograr “hacer estable la economía”, la clave que asegura la combinación de economía y seguridad. “Europa mira la región del Golfo de Guinea, el Sahel, Oriente Medio o el Norte de África como zonas aisladas sin tener en cuenta las interconexiones, sin una visión global”, dice recordando que el conflicto de Egipto desbordó en Siria y ahora ha desbordado en Libia, como en su día el conflicto de Mali desbordó a Nigeria. “Ya no hay fronteras, los conflictos desbordan.
Y todo esto ha pillado a contrapié a la Unión Europea, “con conflictos en todas sus fronteras”, de Ucrania a Turquía pasando por el Norte de África y, para colmo con la desconfiguración de Oriente de Medio de fondo.
Invertir en Marruecos
Pero no todo está perdido. Donde hay riesgo, hay oportunidades. Pero hay que saber cuidar las relaciones de interdependencia, establecer mecanismos de diálogo con los países del Norte de África. Justo lo contrario que lo que hace España con Marruecos, desliza. El 3 por ciento de lo que exportamos viaja al Reino de Marruecos, puede parecer poco pero es lo mismo que exportamos a Brasil y México juntos y crece a un 10 por ciento anual, compara. Una relación de interdependencia que España no ha cristalizado aún en inversiones, algo que lamentan a menudo los marroquíes, subraya el experto del Real Instituto Elcano. “Invertimos más en Chile que en Marruecos”, apunta recordando que, además de no invertir, las multinacionales españolas se han marchado del mercado marroquí, como Telefónica, o están en retirada, como el Banco Santander. Y eso que Marruecos, señala Escribano, es donde deberían estar puesta nuestra atención. El único país estable, con una economía consolidada y que ofrece oportunidades de inversión, especialmente en bienes de equipo, energías renovables. Escribano sí invertiría su dinero en Marruecos, reconoce, pero tampoco lo descartaría en países más inestables como Argelia o Túnez. “A más riesgo más rentabilidad”, recuerda recomendando no olvidar la precaución en cualquier ecuación.