Decenas de ciudadanos asaltan a Vivas en el Revellín para interpelarle por planes de empleo o VPO

Decenas de ciudadanos asaltan a Vivas en el Revellín para interpelarle por planes de empleo o VPO
Vivas interpelado por varias mujeres en plena calle ante la atenta mirada de sus guardaespaldas

- El presidente se ve asediado por ciudadanos descontentos con la gestión municipal

- Una mujer ha reprochado al presidente que lleva más de un año esperando para que se le conceda el IMIS

- Incluye un vídeo con una de las discusiones


El despacho siempre abierto y accesible del presidente Vivas dejó de serlo cuando en el duro otoño del año 2009, Pedro Gordillo abandonó para siempre su rol de político activo por un escándalo de un vídeo sexual en su despacho. A los pocos días, desde el PSOE colgaron un vídeo en youtube que había sido objeto de sesudas discusiones durante la anterior campaña electoral, la que terminó con Toñi Palomo dimitiendo cuando el recuento no alcanzaba ni el 80 por ciento de los votos emitidos. En el mismo (ya borrado de la red de vídeos social) se oía, más que se veía, a Vivas en su despacho lanzar promesas de trabajo y una vida mejor a una pareja. Desde aquella semana el acceso a Presidencia está cortado por una cinta roja que bloquea las escaleras que suben directas a la antesala de la sala de mando de la Ciudad Autónoma. Sea por esa razón o no, sea porque la necesidad aprieta, al presidente Vivas no le ha quedado más remedio este lunes que echar el rato con algo más de una decena de angustiados vecinos que le han pedido cuentas con la ansiedad de quienes tienen necesidad y un poquito de indignación en la voz.

Nada más terminar de atender a los medios, en lo que en el argot llamamos un canutazo, delante de la carpa de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, estos vecinos de Ceuta se han abalanzado sobre el presidente Vivas cortándole el paso y cerrándole todas las rutas de huída (en honor a la verdad tampoco las ha buscado). Vivas, algo apurado al principio y con cierto gesto de confianza algunos minutos después, ha tirado de oficio, de político viejo, curtido en mil disquisiciones y tumultos ciudadanos, recordando aquellos primeros tiempos de su presidencia en donde no esperaba que le vinieran a buscar y acudía allí a dónde había algún problema que suscitara cierto revuelo y tensara los nervios de algunos vecinos insatisfechos con las múltiples aristas de la gestión municipal.

Parte de culpa, ‘mea est’, nuestra, de los periodistas que sin otro saber ni oficio paseamos micrófonos y cámaras y que somos como miel para las moscas en estos casos. El vecino mosqueado sabe que al menos hoy, por un fugaz instante, va a ser escuchado. Que su malestar no sólo va a llegar al alcalde sino que su desgracia y desazón va a ser retransmitida casi en directo a toda Ceuta. Y eso, como al actor las tablas, sube la adrenalina y hace que la escena sea de otra forma, como más auténtica, más vívida. Seguramente, para que nos entendamos, no es la casa lo que hace hervir las emociones y que todo sea más intenso, más magnífico. Seguramente son las cámaras. Y eso vale para Gran Hermano y para el paseo del Revellín.

Allí Vivas, este lunes, rodeado por vecinos iracundos, terriblemente insatisfechos, desasosegados, con la desazón que infringe el borde del precipicio cuando no el aire bajo los pies en la caída por el abismo de la pobreza y la exclusión, ha tenido que entrar en un mano a mano con unos cuántos que le declamaban un paracaídas. Como si él pudiera alterar la gravedad o hacer soplar el viento hacia arriba o una palabra suya bastara.

La estadística, la del 40 por ciento de pobreza, la que nos sitúa como la ciudad más pobre del país, hecha carne, verbo, ‘quejío’ y vecino de a pie y colocada ante las gafitas del presidente, “pequeño, dulce y marinero”, Vivas. Un alcalde que por más burbuja que le fabriquen sigue pareciendo no sólo accesible sino capaz de solucionar a golpe de telefonazo cualquier bloqueo vital al ceutí más desafecto. Y eso es un mérito como otro castigo cualquiera.

A unos cuántos los ha ventilado con su compromiso firme de hacerles hueco en la agenda de Presidencia tan pronto pidieran cita por el conducto oficial (registro del Ayuntamiento en el Ceuta Center de 9 a 14 horas en horario de mañana y de 16 a 18 horas en horario de tarde; Hadú y el Príncipe, sólo en horario de mañana). Interpelaban por las VPO, parecían de la lista fantasma, pero podrían haber sido de cualquier otro colectivo implicado. Para ellas una línea roja: “Yo no puedo saltarme los reglamentos”, trazó el presidente no omnipotente.

A una mujer, con tres hijos, en paro por primera vez en su vida desde hace demasiado tiempo, le ha soltado en un primer instante unas cuántas frases del discurso oficial “los recursos no son ilimitados”; “las cosas tienen un procedimiento, no podemos funcionar por impulsos, y yo tengo plena confianza en el personal de Servicios Sociales”.... Explicaciones que han retumbado en la moral mermada, vacía como una catedral, de una mujer que argumentaba que llevaba 5 años en paro, que hacía un año que había acudido a pedir el Ingreso Mínimo de Inserción Social a Servicios Sociales, dando a entender que el dictamen era positivo, pero que ni cobraba aún, ni tampoco la llamaban del plan de empleo, donde sí habían vuelto a tener suerte, por cuarto año consecutivo, personas de su círculo de conocidos.

Un poco más allá, otro hombre se erigía en portavoz improvisado de la desesperación y la indignación. Con o sin razón; con o sin argumentario. Los medios atendían como a político en campaña; rodeado de micrófonos y con los objetivos mirándole, ha soltado al viento inmortal de las hemerotecas su malestar por los planes de empleo y por el proceso de las VPO, blandiendo cuál espada de doble filo su conocimiento sobre corrupción funcionarial en todo despacho administrativo existente, ya fuera del Servicio Público de Empleo Estatal, de Emvicesa o del Boletín Oficial del Pueblo de San Antonio (si es que lo hubiere). Vamos, que cobrar, cobró hasta el apuntador del Cine África.

De allí salió como pudo Vivas, quizás sudoroso, pero bañado con el jabón de la doliente realidad vecinal tan difícil de apreciar a veces desde el bunker de Gran Vía por más controlador de barriada que se ponga a sueldo de la administración.

Decenas de ciudadanos asaltan a Vivas en el Revellín para interpelarle por planes de empleo o VPO


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