CRISIS HUMANITARIA

"Este no es lugar donde vivir"

"Este no es lugar donde vivir"
pie cruz roja inmigrante
Dos miembros del equipo de Cruz Roja revisar el pie de un migrante marroquí.
Los voluntarios de la Cruz Roja de Ceuta terminan el informe sociosanitario encargado por la Consejería de Sanidad sobre los asentamientos de migrantes marroquíes irregulares sin techo que siguen en la ciudad tras contactar con 850, la mitad del total, con sólo dos casos de escabiosis detectados y una amplia mayoría que aceptaría ir a las naves del Tarajal como refugio de emergencia ante su precariedad actual.

La escalinata que baja hasta la costa de Recinto desde calle Molino tiene algo de San Juan de Gaztelugatxe, el idílico paraje vasco de 241 escalones donde grabaron escenas de Juego de Tronos. Es, también, una metáfora de la escalera social de la ciudad. Arriba del todo, en la primera terraza, en el 'ático', un grupo de jóvenes caballas fuma canutos sin discreción. "No me saques fotos, que soy de Ceuta", advierte uno al periodista.

Si hubiera otro escalón físico superior, que no existe, allí se ubicaría la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, que a falta de equipamientos disponibles de la Administración General del Estado (un tercio del territorio de Ceuta es suyo a través de Defensa, buena parte de la macrocárcel vacía) que ofrecer para albergar a los vagabundos, acaba de parir la 'mejor' de sus ideas: no les de den de comer, a ver si antes de morirse de hambre vuelven a su país. Vox ha reivindicado rápidamente la ocurrencia como propia. Albricias.

Justo debajo del fumadero se ubica la primera choza de migrantes marroquíes que accedieron a territorio español a mediados de mayo instigados por el país vecino y siguen en la calle. Sufian, Sara, María, Mustafa, Ana, Sandra, Isa y Germinal, que integran el doble equipo de Cruz Roja al que la Consejería de Sanidad ha encargado el diagnóstico sociosanitario de la población vagabunda recién llegada, traban conversación con los ya no tan paracaidistas.

escaleras recinto cruz roja

"¿Tienes o conoces a alguien por aquí que sufra 'pica-pica' [escabiosis, sarna], tos o heridas?", preguntan los voluntarios de la institución humanitaria que dominan el dariya. "¿Necesitáis mascarillas? ¿Qué coméis y de dónde bebéis?", prosigue el cuestionario.

La Cruz Roja de Ceuta ha enviado este martes a la Ciudad Autónoma el trabajo de campo que, a petición del departamento que dirige Alberto Gaitán, ha desarrollado durante diez días con un equipo de voluntarios con formación sanitaria en los asentamientos donde vive la mayoría de los adultos y menores marroquíes que accedió irregularmente a la ciudad a mediados de mayo y que continúa en situación de calle sobreviviendo gracias a la solidaridad de los caballas y con lo que recogen en los contenedores. Ha sondeado a 850, la mitad de los que se calcula que siguen aquí sin techo.

Sus conclusiones tras entrevistarles apuntan a que, dentro de lo que cabe, están sanos (sólo se han detectado dos casos de sarna), proclives a aceptar un techo en las naves del Tarajal y nada dispuestos a facilitar su expulsión a Marruecos. Si Mateos cree que los agotará por inanición, más parece, oyéndoles hablar, que pescarán latas o comerán piedras antes de regresar. Nada raro: el 48 % de los adolescentes compatriotas afirma que migraría si hubiese nacido en un país con menos oportunidades que España

Los voluntarios de Cruz Roja reparten mascarillas (no sólo en Recinto, también en el Puerto, Loma Colmenar...) y prestan oídos a los desheredados de junio 2021. Al fondo de los acantilados no hay una ermita, como en Bermeo, sino una 'mezquita' con un respaldo de madera que mira a La Meca y una alfombra sobre cantos rodados que arrastra el viento. Los inquilinos lamentan el frío que, en junio, se pasa por las noches. En otros asentamientos, las ratas y serpientes que les pasan por encima.

inmigrante playa 2

Ceuta bien valdrá una 'misa', pero el equipo desplegado razona que "este no es lugar donde vivir".  La última pregunta es, siempre, un mano tendida: "¿Vendrías al Tarajal?". Cruz Roja espera disponer estos días de alguna de las naves en las que SAMU ha acogido hasta ahora a menores, en proceso de traslado hacia Piniers. Primero, recelo."¡A Marruecos no!", grita uno. El personal de la institución humanitaria explica que ni trabaja ni atiende a consignas policiales, que sólo ofrece un techo, una litera, una manta, un oído y, como en la que ya gestiona para adultos vulnerables, un guiño y un abrazo.

La mayoría dicen que sí antes que seguir caminando sobre acantilados mojados con chanclas, que seguir bebiendo de 'fuentes' improvisadas, que carecer de tratamiento médico para ojos inflamados y pieles con erupciones. "Esto no lo podemos tratar ahora, tienes que venir a las naves, este no es lugar para vivir", insisten los voluntarios a los espontáneos que piden auxilio, todos marroquíes, la inmensa mayoría veinte y treintañeros con excepciones de adolescentes (sobre todo en el puerto) y adultos que hasta rozan los 60 años.

campamento inmigrantess

El viaje rompe prejuicios. Los chicos (no hay mujeres en esta penosa situación, tampoco migrantes de origen subsahariano o de otros países al margen del Reino alauita) piden cepillos de dientes antes que cualquier otra cosa y se preocupan por su higiene, limitada a baños de mar. Mientras la ultraderecha sigue tendiendo su manto de gasolina esperando la chispa que incendie la ciudad, en calle Panamá, en Hadu, el vecindario sofoca la crisis humanitaria con todo lo que tiene a mano. Otro ejemplo.

"La sociedad ceutí ha dado ejemplo de madurez cívica sabiendo distinguir entre quien utilizaba a los que llegaban de los que llegaban, personas víctimas de la miseria, la desesperación, la manipulación y el engaño", valoró en el Club Siglo XXI de Madrid el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, cuyo Gobierno se ha mostrado dispuesto a acondicionar cuantas naves hagan falta para corregir la deriva de la crisis humanitariacruz roja inmigrante.

"Este no es lugar donde vivir"


Entrando en la página solicitada Saltar publicidad