HISTORIA

Los ocho de Sánchez-Prado

Los ocho de Sánchez-Prado
acto sánchez prado
La nieta de uno de los fusilados, este viernes, en el Hotel Puerta de África.

17 de julio de 1936. 23,00 horas. Las tropas golpistas encabezadas por el Teniente Coronel Yagüe toman Ceuta sin necesidad de realizar un solo disparo. Sánchez-Prado contempla desde su ventana cómo un grupo de legionarios comienza a tomar posiciones en la vecina Plaza de África. Ya a primeras horas de la tarde había trascendido la noticia del levantamiento de las tropas rebeldes en Melilla. El Alcalde tuvo tiempo esa tarde de desplazarse hasta la Delegación del Gobierno y la Casa del Pueblo para recabar información acerca del alcance real de lo que estaba sucediendo en Melilla.

Ni sabe, ni se imagina el futuro tan incierto que le va a deparar los acontecimientos que se estaban produciendo en ese momento. Futuro incierto para él, para su familia y para su entorno mas cercano.

A las siete de la tarde, había convocado una sesión plenaria a la que asistieron una decena de concejales. Ocho de ellos fueron fusilados durante la represión posterior desatada por las fuerzas franquistas. Terminado el pleno, se recluye en su despacho con su secretario, Adolfo de la Torre. A las dos de la mañana, persuadido de que la ciudad ha caído en manos de los rebeldes, emprende camino de vuelta a su casa, situada frente a la Iglesia de Los Remedios.

Imagino que su figura despertaba odio entre lo más rancio de la ciudad, un odio que alentaba su cercanía a los más humildes y su activismo político.

La distancia entre el Ayuntamiento y la Iglesia de Los Remedios jamás debió de antojársele tan infranqueable. Mientras camina, observa la incesante actividad de los soldados, apostados en las esquinas, y repara en los bandos militares que empapelan las paredes de la ciudad.

“Se avecinan tiempos difíciles para la República”, había advertido hacía apenas unas horas a sus concejales. Había empezado a constatar la certeza de su vaticinio.

En la madrugada del 18 de julio fue sacado de su casa esposado. Tras despedirse de su mujer y de sus cuatro hijos les manifiesta que en unas horas, cuando todo se aclare, estaría de vuelta, que no se preocuparan por él, y, tras besarlos, lo bajaron a empujones por las escaleras. Esa madrugada durmió en la comisaria de policía. Posteriormente fue trasladado a la prisión de García Aldave.

Ceuta en las primeras horas del golpe se convierte en una ciudad llena de miedos y recelos. Desde esa misma madrugada, las fuerzas sublevadas, con la ayuda de patrullas de falangistas, comienzan a realizar detenciones selectivas y los asaltos a las sedes de los partidos políticos y sindicatos.

Las detenciones, desde la misma madrugada, son numerosas. Los listados con los nombres de políticos y sindicalistas debían estar realizadas desde bastantes días antes al del golpe. En pocas horas se comenzó a encarcelar a las principales autoridades de la vida republicana ceutí, llegando a haber meses después, según declaraciones de un alto jefe militar, más de dosmil detenidos.

Quedaba meridianamente claro que uno de los objetivos principales de los golpistas era la eliminación física del Alcalde Sánchez-Prado, la de toda su familia y la de su entorno más cercano.

PRIMER OBJETIVO: SANCHEZ-PRADO

Sánchez-Prado fue juzgado en un consejo de guerra sumarísimo junto a su secretario particular Adolfo de la Torre y dos vecinos de la barriada del Sarchal.

El consejo de guerra falla que debe condenar y condena a los procesados Antonio López Sánchez-Prado, Adolfo de la Torre Guillén, Ángel Guijo Higuero y Fidel Vélez Roldán a la pena de muerte por el delito de rebelión militar.

Los militares golpistas condenaban al Alcalde republicano por rebelión militar…….¡que ironía!

Cuando las manecillas del reloj apenas habían consumido los primeros minutos del 5 de septiembre de 1936, el juez militar en compañía del secretario, se desplazaron a la celda de los encausados, se les ordena se pongan de pie, procediéndose a la lectura integra de la sentencia.

Cuando comenzaba a despuntar el día, a las 6,30 llegó el piquete de ejecución. A las 8,30 los sacaron del calabozo esposados y fueron introducidos en una camioneta.

Tras recorrer los escasos tres kilómetros que los separan del lugar de la ejecución, en la playa del Tarajal, los colocan frente al pelotón de fusilamiento, formado por 20 soldados de Regulares. También están presentes varias compañías de representación militar.

Todo desproporcionado, todo para fusilar solamente a 4 inocentes.

Se produce la descarga, y tras caer los ajusticiados a la arena de la playa, el capitán médico certifica las defunciones.

Cuatro inocentes, cuatro hombres buenos acababan de ser asesinados.

SEGUNDO OBJETIVO: DESTRUIR A LA FAMILIA DE SANCHEZ-PRADO

El sufrimiento de la familia de Sánchez-Prado no cesa con el fusilamiento del Alcalde republicano. Es más, a partir de ese momento, su esposa Dolores Escarcena y sus cuatro hijos comienzan a ser víctimas de venganzas personales, envidias y rencores por parte de los golpistas, viéndose la viuda obligada a trasladarse, junto a sus hijos a Sevilla, al calor de su familia.

Pero ni en Sevilla cesaron los actos de venganza, siendo finalmente victimas de una trampa. Terminan Dolores Escarcena y su hija Carmen acusadas por sedición e ingresadas en la cárcel de Sevilla.

Madre e hija estarán en prisión hasta 1940. A los pocos años, el 20 de abril de 1946, su hija Carmen fallece debido a las penurias pasadas en la cárcel.

TERCER OBJETIVO: EL ENTORNO DE SANCHEZ-PRADO

Hasta este momento, todo lo relatado era conocido públicamente, gracias sobre todo a los libros y artículos publicados por el investigador, historiador y AMIGO, Paco Sánchez Montoya. Lo que no sabíamos con los detalles que hoy conocemos, es que el Alcalde Sánchez-Prado disponía de un servicio de seguridad compuesto por un grupo de guardias municipales. No era de extrañar este tipo de servicios, pues eran tiempos convulsos en Ceuta, y la figura del Alcalde podría convertirse en diana de disputas políticas.

Los guardias que formaban este servicio de escolta lo componían el cabo Juan Salvo Pastor, y los guardias Julio Pardo Izaurriaga, Prudencio González Martín, Enrique Caliani Rodríguez, Cecilio Fernández García, Joaquín García Sánchez, y Víctor Sánchez Sánchez

Este grupo de siete guardias no se les pasó por alto a los golpistas, y desde el mismo día 18 de julio se empezaron a producir las detenciones.

El 18 de julio de 1936 son detenidos el cabo Juan Salvo Pastor junto con el guardia Enrique Caliani Rodríguez. Cecilio Fernández García es detenido el 10 de agosto de 1936. El 13 de agosto de 1936 detienen a Julio Pardo Izaurriaga. A Prudencio González Martín lo detienen el 7 de septiembre del mismo año. A Joaquín García Sánchez el 21 de septiembre.

El joven ceutí Francisco Martos Hernández es detenido el 21 de septiembre a las 17,00 horas y correrá la misma suerte que este grupo de Policías. Su historia es digna de un libro.

Los siete guardias municipales detenidos estaban afiliados al gremio de dependientes municipales afecto a la UGT, y el joven Francisco Martos al gremio de empleados de oficinas de la Unión General de Trabajadores. Todos ellos frecuentaban la Casa del Pueblo (sede del PSOE y de la UGT). En los diferentes interrogatorios a los que son sometidos, nunca niegan su pertenencia a nuestro sindicato.

Se abren las diligencias, se producen interrogatorios, se realizan declaraciones y comienzan las venganzas. El consejo de guerra ya estaba en marcha.

Los guardias componentes de la escolta del alcalde Sánchez-Prado son denunciados uno a uno de manera vil por dos “compañeros”, ….¡se ensañaron con ellos!

Los guardias C.H.P. y M.P.M. no tienen compasión de sus compañeros y los acusan de comunistas propagandistas, de frecuentar la Casa del Pueblo, de que amenazaban junto al Alcalde a los compañeros que no se querían afiliar al partido, etc., etc. Todo ello sin la más mínima prueba y a sabiendas de que dichas acusaciones les acarrearía a los acusados de manera inexorable la ¡PENA DE MUERTE!

La historia del joven ceutí Francisco Martos, como comentaba antes, es digna para escribir un libro. Este joven vivaracho e inquieto, de unos veinte años, decide a mediados de los años 30 irse a recorrer mundo con el objetivo de estudiar e ir adquiriendo conocimientos. Recorre Brasil, Venezuela, Estados Unidos, Europa, etc.

Estando en Estados Unidos estudiando, recibe una carta de su madre, Faustina Hernández Cánovas, en la que ésta le pide que vuelva a España, pues ha recibido una carta donde le llaman para cumplir el servicio militar, él se niega a retornar.

La madre insiste, le comunica que tiene un gran disgusto, pues le han dicho que si no se incorpora al ejército le declararán prófugo, además de perder la nacionalidad española.

Él, al tener conocimiento del gran disgusto de su madre, abandona los estudios y la plácida vida que disfruta en los Estados Unidos y vuelve a España, vuelve a Ceuta. Jamás se podría imaginar el joven Francisco que aquel retorno para “servir a su patria” le acarrearía tan fatales consecuencias.

Detenidos los siete guardias y junto al joven Francisco Martos, son trasladados a la prisión de García Aldave, donde viven una etapa de vejación, de humillación y de maltrato.

La venganza no se hizo esperar. Las agresiones, los insultos y las humillaciones eran diarias.

Comienza el juicio sumarísimo en las instalaciones del Cuartel de Sanidad situado frente al cine Cervantes.

A todos los componentes de la escolta de Sánchez-Prado se les acusa de lo mismo, de pertenecer a una célula comunista, de perseguir a los compañeros que no querían afiliarse al partido, y de querer hacer frente, pistola en mano a las tropas de la Legión que habían tomado Ceuta (ironía).

Sufren también la acusación del Jefe y Subjefe de la Guardia Municipal, que los señalan como “peligrosos extremistas”.

A Francisco Martos le acusan de ser uno de los representantes del Frente popular en el Ayuntamiento, y le acusan también de haber apoyado al candidato del Frente Popular en la últimas elecciones, el socialista Manuel Martínez Pedroso. Le confunden con un hermano que tenía con el mismo nombre, dándose la circunstancia de que parte de la documentación aportada en el Consejo de Guerra se refería al hermano de Francisco Martos, llamado también Francisco Martos que era de profesión Bombero.

A Prudencio González le eligen sus compañeros como presidente de la Mutua de Guardias Municipales de Ceuta, entidad que persigue fundamentalmente hacer mas agradable la vejez de estos guardias, garantizándoles una pensión digna.

Prudencio aconseja a todos sus compañeros que se apunten a dicha Mutua, pues ese acto les supondría un bienestar general para todos.

Los golpistas le dan la vuelta a la historia, y en el consejo de guerra acusan al pobre Prudencio de hacer campaña entre sus compañeros para que se afiliaran al Partido Comunista.

Todos los testigos que propone Prudencio hablan maravillas de él. Dicen que es trabajador, formal, que jamás ha faltado al trabajo. En fin, como se decía entonces “era un hombre cabal”.

Pero Prudencio lo tenía negro, sus denunciantes, los dos guardias traidores, no tienen compasión de él, y cada vez que declaraban, le echaban más porquería encima.

Igual le ocurrió al guardia Enrique Caliani, que ingresó en el Cuerpo unos meses antes del golpe militar.

Comentaban que era un hombre discreto muy apreciado por sus compañeros, los cuales le respetaban a pesar de su juventud. Los golpistas lo sabían y por ese motivo fue uno de los primeros en ser detenido.

El perfil de Enrique Caliani no pasó por alto para Adolfo de la Torre, Secretario del Alcalde, que aún llevando Enrique unos pocos meses en el Cuerpo, le ofrece pasar a formar parte del servicio de escolta de Sánchez-Prado, propuesta que Caliani acepta, realizando también funciones de chofer del Alcalde.

El Consejo de Guerra transcurre de manera inexorable, y el 10 de julio de 1937 se celebra el juicio oral, y el mismo día se dicta la sentencia, siendo condenados a la pena de muerte:

  • Francisco Martos (26 años soltero)
  • Víctor Sánchez (34 años casado)
  • Joaquín García (33 años casado)
  • Juan Salvo (47 años casado)
  • Julio Pardo (42 años casado)
  • Prudencio González (42 años casado)
  • Enrique Caliani (30 años casado)
  • Cecilio Fernández (35 años casado)

Exactamente seis meses después, el 10 de enero de 1938, se ejecuta la sentencia. Se dan las órdenes oportunas para que un piquete de Regulares nº 3 se encuentre a las 6 de la mañana en la explanada de la puerta de Málaga de la fortaleza del Monte Hacho.

A los condenados que se encontraban durmiendo los despiertan a golpes y sin apenas tiempo para vestirse les ordenan que firmen el enterado de la ejecución de la sentencia, se niegan, ninguno de ellos lo firma.

A las 8 de la mañana los sacan al patio, con las manos atadas, los colocan junto al muro a empujones, se da la orden, y se produce la descarga.

Ocho hombres buenos e inocentes acababan de ser asesinados. Al mismo tiempo, ocho mujeres se preparaban para vivir un auténtico calvario, un infierno, unos tiempos de penurias y en algunos casos de hambre.

Desafortunadamente, de esas ocho mujeres solamente tenemos localizadas a tres de ellas.

Socorro Ojeda Moreno, esposa de Prudencio González, tenia siete hijos con Prudencio, más una hija de un anterior matrimonio. Con ese panorama imaginaros la de calamidades que tuvo que soportar Socorro. Luchó y trabajó lo indecible y sacó adelante a todos sus hijos, haciendo de todos ellos personas honradas, trabajadoras y honestas.

María España Vergara, esposa de Enrique Caliani, en el momento de la muerte de su marido tenia tres hijas, Mari Luz, Concha y Enriqueta. Mari Luz nos acompaña esta tarde aquí y en aquel momento tenia siete años. Me cuenta que se acuerda de todo, de las visitas que le realizaba a su padre, el jergón de paja donde dormía, la caja de madera con una toalla encima que hacia la veces de mesita de noche. Me cuenta Mari Luz que el día que avisan a su familia que su padre se encuentra en el deposito de cadáveres, acuden su madre, su tía y la pequeña Mari Luz, y que en un despiste del soldado que custodiaba los cuerpos, su tía le pudo quitar la cuerda que ataba las manos de su padre, cuerda que aun conserva.

Sobre Faustina Hernández Cánovas, madre de Francisco Martos, me comenta la familia que desde que se entera de que su hijo ha sido ejecutado en la fortaleza del Monte Hacho, jamás volvió a pisar la calle, seguramente sería por no verle la cara a los asesinos de su hijo. Estoy seguro que a esta mujer el remordimiento de haber casi obligado a volver a España a su hijo, no la dejaría de vivir el resto de su vida.

Me cuentan que cuando fueron a recoger el cuerpo del joven Francisco, se encontraba en calzoncillos con un abrigo puesto…..no le habían permitido ni vestirse.

Desde este momento la historia de estos hombres y mujeres, forma parte de la historia de Ceuta, historia negra, pero en definitiva es nuestra historia, la historia de nuestro pueblo, que espero y deseo que jamás se vuelva a repetir.

¡¡Viva la Unión General de Trabajadores!!

Los ocho de Sánchez-Prado


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