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Los MENA, desde la diana: “No somos todos iguales. No todos somos malos”

Los MENA, desde la diana: “No somos todos iguales. No todos somos malos”
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Imagen de parte de uno de los escritos elaborados por los MENA tras el homicidio del pasado viernes.

Los niños de 'La Esperanza' reflexionan sobre el clima social tras el homicidio de La Ribera: “Tienen que saber que en el Centro hay tres partes y 150 niños y que si uno ha matado a un chaval no tienen que echar la culpa a todos. Si no, cuando un niño de Ceuta hace un problema la ley tienen que castigar a todos y eso no es justo”.


“Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta”. La frase se atribuye a Alejandro Dumas. A Churchill y al escritor G. K. Chesterton, según la fuente, se les imputa una mesurada respuesta a cuál era su opinión de los franceses: “No puedo opinar. Son muchos y no los conozco a todos”. Al menos una parte de Ceuta ha desterrado la prudencia para referirse a los menores extranjeros no acompañados (MENA). Salvo sorpresa, aquí y allá se lee, con poca o ninguna distinción por razón de credo o estatus social, que son, tabla rasa, unos diablos, responsables máximos y seguramente exclusivos de la inseguridad ciudadana y quién sabe cuántos males más de esta ciudad.

“Estoy muy enfadado por lo que ha pasado y yo me siento muy triste cuando escucho a la gente de Ceuta. Dicen que todos los niños de 'La Esperanza' son malos. Nosotros no somos iguales. Hay muchos niños [que] han venido para buscar una vida mejor y un buen futuro”. Quien habla, desde la diana, no solo metafórica o verbal, que se lo digan a los cuatro MENA que han recibido otras tantas palizas durante el último mes, es uno de los acogidos en el Centro de Menores de Hadu.

El personal que trabaja con ellos les ha invitado a plasmar por escrito sus reflexiones tras el homicidio de un varón marroquí de 20 años el pasado viernes en la playa de La Ribera a manos de un joven acogido en ‘La Esperanza’, la guinda del fenómeno de hipergeneralización y rechazo cuyo inicio se sitúa, según las fuentes consultadas, en el traslado del equipamiento de San Antonio a Los Rosales.

centro mena esperanza verticalEn un entorno complicado, en lo que iba a ser un albergue para familias sin recursos, para los pobres de solemnidad que viven en la zona y alrededores, se han registrado apedreamientos y hasta lanzamientos de bengalas, entre otros actos vandálicos, que no se habían conocido en el viejo chalé que tuvo que cerrar la Fiscalía.

Una vez en el blanco, al colectivo se le atribuye lo que hace y lo que no. Agentes institucionales como la Policía Nacional no han contribuido a diluir estigmas señalando de forma persistente durante meses, al dar cuenta a los medios de distintos delitos, que el detenido era “menor de ‘La Esperanza”. No se conoce proceder similar para ubicar a delincuentes por barriada de residencia, cultura, religión o centro de escolarización, como es lógico.

Hasta del asesinato reciente de otro marroquí en La Almadraba se imputa a ‘los MENA’ como un todo aunque MENA es también uno de los últimos premiados en la Olimpiada Matemática del IES Almina, un prometedor futbolista que se ha abierto camino en la península o el atleta que hoy gana medallas para España.

“He venido aquí a Ceuta”, explica otro menor extranjero en otra misiva a cuyo contenido ha tenido acceso Ceutaldia.com, “para aprender y estudiar porque en mi país no hay oportunidades. No he tenido ningún problema con la gente de Ceuta pero cuando les escucho dicen que somos hijos de putas, robos, buscabroncas y ahora matadores”. “Ellos tienen que saber que en 'La Esperanza' hay tres partes y 150 niños y que si uno ha matado a un chaval no tienen que echar la culpa a todos. Si no, cuando un niño de Ceuta hace un problema la ley tienen que castigar a todos y eso no es justo”.

“Mucha gente de Ceuta dice que los chicos del Centro somos asesinos, malos, ladrones y muchas palabras. No es verdad. Es culpa de tres chicos, no de 180”

En ‘La Esperanza’ había este jueves 160 adolescentes marroquíes acogidos, alguno menos que hace unos días después de que varios se hayan ido, aparentemente por “miedo” al clima social. Cada uno de su padre y de su madre, con una historia y un perfil. Los informes que la Ciudad remite al Ministerio hablan de unos jóvenes con 16,1 años de media que proceden sobre todo de Castillejos y Tetuán pero también hasta de Rabat y Alhucemas.

Dicen que coinciden en arrastrar “muy penosas circunstancias familiares” y en tener un entorno “que no suele impulsar activamente su marcha pero está de acuerdo o se resigna”. Una vez en Ceuta no es raro detectar contactos telefónicos e incluso visitas de sus allegados. “Ni todos santos ni todos demonios pero todos niños y, por lo tanto, con unos derechos de acuerdo con la legislación vigente en materia de dificultad social, que se extiende de forma global, y sometidos a las penas de la normativa de conflicto social para quienes cometen faltas o delitos”, resumen fuentes que conocen al detalle su situación.

Desde la Ciudad se apunta que el número que la Administración autonómica es capaz de gestionar con solvencia de MENA está “en el entorno de los 60”. “A partir de 2014 el fenómeno de llegada se ha ido disparando hasta llegar a los 200 que hemos estado acogiendo durante los últimos meses”, se explica. Con recursos limitados de todo tipo (el albergue de Hadu fue una solución “provisional” pero el proyecto para construir un equipamiento nuevo ni siquiera se ha hecho) y una frontera extremadamente permeable, en Menores se acumulan las dificultades.

Tampoco ayudan los ritmos de tramitación de las pruebas de edad, que en algunos casos se demoran hasta cuatro meses desde la llegada del joven. El año pasado se calcula que se atendió a 30 jóvenes con más de 18 años.

La Administración trabaja con dos grandes sectores de MENA. Los que se “adhieren” al sistema, cumplen con sus obligaciones en materia de horarios e intentan labrarse un futuro y los que usan ‘La Esperanza’ como “un centro de avituallamiento”, que suelen ser los inscritos en ‘Fase 1’, que llevan menos de un mes bajo la tutela de la Ciudad y muestran el comportamiento más conflictivo.

“Ellos tienen que saber que en 'La Esperanza' hay tres partes y 150 niños y que si uno ha matado a un chaval no tienen que echar la culpa a todos"

El joven que no acude a dormir (las salidas se ajustan a la edad y el horario escolar y de actividades) o vulnera cualquier otro deber es denunciado ante Policía y Fiscalía (el año pasado se impusieron 13 privaciones de libertad y 88 medidas alternativas al internamiento, “la mayoría” por incidentes con otros MENA) o sancionado con arreglo al Régimen de Funcionamiento Interno de Medidas Educativas y Correctoras. Casi como una familia.

menores puerto verticalLo que “no se puede hacer, simplemente porque no lo permite la legislación”, aunque partidos como PSOE o Ciudadanos y sindicatos como la UFP hayan tirado por ahí, es “atar” a los adolescentes o ponerlos en la frontera. La reagrupación familiar en Marruecos simplemente no opera (se exige “efectiva reagrupación familiar del menor”, al que sus padres pueden renunciar por escrito y ya hay casos, o “adecuada tutela por los servicios de protección del país de origen”) pero durante los últimos tres años se han efectuado 62 con allegados residentes en el resto de España y la UE.

“Estamos donde estamos y tenemos el entorno que tenemos y la frontera que queremos o podemos: no vivimos en Suiza y no podemos quedarnos solo con las playas, los turistas y los ingresos de los porteadores”, condensa otra fuente.

“Venimos para buscar la vida porque en Marruecos no tenemos nada que hacer. No venimos para robar o matar. Nosotros no somos todos iguales”, ha escrito otro menor. “Ahora no podemos ir al colegio y dicen que nosotros somos asesinos y matadores”, asegura uno más. Por escrito, una chica ha explicado: “Me gusta mucho gimnasia y aprender. Me gustaría trabajar en un gimnasio. Antes no pensaba venir a España pero cuando tuve que dormir en la calle por problemas de dinero de mi familia lo hice con un vecino que iba a cruzar la frontera. Ahora me duele escuchar a las personas de Ceuta decir que somos todas iguales y que otras chicas nos amenacen”.

“Estoy muy enfadado”, dice otro escrito sobre el homicidio del viernes pasado, “por lo que ha pasado y me siento muy triste cuando escucho a la gente de Ceuta. Dicen que todos los niños de ‘La Esperanza’ son malos. Nosotros no somos iguales: hay muchos niños que han venido para buscar una vida mejor y un buen futuro”. “Me duele”, repite otra joven, “escuchar palabras como asesinas, cabrones o ladrones”.

Las impresiones son comunes. Una más: “Estoy muy preocupado porque mucha gente de Ceuta dice que los chicos del Centro somos asesinos, malos, ladrones y muchas palabras. No es verdad. Es culpa de tres chicos, no de 180. Ahora no podemos salir a la calle porque toda la gente nos mira con mala cara y los chavales de Ceuta pegan a niños que no hacen nada y una palabra muy importante: mucha gente de Ceuta no mira que nosotros no somos todos iguales”.

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Los MENA, desde la diana: “No somos todos iguales. No todos somos malos”


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