HISTORIAS DE LA FRONTERA

“Pido asilo porque soy atea y quiero ser una mujer libre”

“Pido asilo porque soy atea y quiero ser una mujer libre”
Marroquíes con cita en la oficina de asilo
Marroquíes con cita en la oficina de asilo. IMAGEN DE ARCHIVO.
En los últimos tres meses se han recibido más de 1.500 solicitudes de asilo, aunque solo cuatro de cada cien prosperan, precisan desde la Delegación de Gobierno en Ceuta.

Son muchos, demasiados,  los lugares en los que aún se percibe el impacto de la avalancha de mayo. Uno de ellos es precisamente allí donde empezó todo. La frontera del Tarajal. Cada mañana una cola evidencia el otro aluvión, el de las solicitudes de asilo. Una pequeña multitud  —hoy algo más de medio centenar—se concentra cada día ante el paso fronterizo, esperando su turno para formalizar su solicitud de protección internacional para su tramitación por la vía del procedimiento en frontera.

Aunque durante desde su inauguración estuvo cinco años cerrada, desde la primavera de 2020 abrigo al fin sus puertas para tramitar desde allí las solicitudes de asilo de inmigrantes acogidos en el CETI. Hoy su trabajo se concentra en atender el chaparrón de solicitudes de asilo de los inmigrantes marroquíes adultos que aun quedan en Ceuta desde la avalancha de mayo. En los últimos tres meses se han recibido más de 1.500 solicitudes de asilo, aunque solo cuatro de cada cien prosperan, precisan desde la Delegación de Gobierno en Ceuta.

“Las solicitudes de asilo de Ceuta y Melilla son las más fáciles de resolver”, apuntaba hace apenas una semana la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, “puesto que en Marruecos no hay ninguna persecución salvo casos excepcionales, la mayoría viene buscando pasar a la Península y tener una vida mejor económicamente”. Es el caso de la mayoría. Huyen de la pobreza. Pero también hay quien huye de la intolerancia y la opresión, especialmente asfixiante para las mujeres. Es el caso de Salma (nombre ficticio), de 20 años. Sus motivos para huir de Marruecos se resumen en dos palabras: “Soy atea”.

“Nadie lo sabe, solo mis dos amigas, tengo miedo de que se enteren, sobre todo ellos”, dice señalando con la mirada a un grupo de hombres que nos observa de reojo con la oreja puesta y la mirada torva. Aunque ese “ellos” parece más un concepto genérico que concreto.  No quiere revelar su nombre, ni tan siquiera su lugar de origen. No quiere que nadie la pueda identificar. Sabe que en Ceuta no está libre tampoco de los prejuicios y el acoso que ha sufrido en Marruecos. Por eso lo oculta, nadie sabe, mucho menos su familia, que huye de la presión de la religión en su país. “Solo quiero ser una mujer libre”.

“Desde pequeña no creo en la religión. Pero por mi país y por mi familia lo oculto por miedo. Cuando llega el Ramadán me veo obligada a ayunar y me resulta difícil ganar (sic) mi libertad sexual y física. Solo quiero ser libre sin sentir miedo. No quiero estar sola solo porque pienso así y quiero ser una mujer libre. Espero que cada mujer de este mundo sea libre como quiera, y también deseo mucha fuerza y ​​paciencia para las chicas como yo que vivimos en el mundo árabe”, explica con ayuda del traductor de Google.

Ella ya tiene su solicitud de asilo. En teoría estaría a solo un paso de poner rumbo a la Península. “Como solicitantes de asilo, una vez pasado un mes sin respuesta (silencio administrativo) pueden circular por todo el territorio nacional. Acuden a las dependencias de Policía a pedir autorización para embarcar y se les da. Solo tiene que proporcionar un domicilio”, aseguran desde Delegación de Gobierno. Pero no es tan fácil. “Tengo todos los papeles pero cuando fui a la comisaría me dijeron que volviera mañana. Éramos solo cuatro personas pero dijeron que volviéramos mañana que había mucha gente”. Empezó los trámites en junio y todavía no tiene respuesta. “Espero que cuando vaya mañana haya una respuesta seria”. 

No sabe qué hará ni dónde irá cuando llegue a la Península. Lo único que tiene claro es que quiere ir “a un lugar donde la gente no me conozca para poder comenzar la vida que quiero sin restricciones y sentirme segura. Espero ser libre algún día y poder decir que soy atea sin miedo”.

“Pido asilo porque soy atea y quiero ser una mujer libre”


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