Alex, biólogo y ornitólogo residente en Ceuta, estaba oteando aves en la bahía sur cuando una enorme silueta se coló por sorpresa en el punto de mira: “Un tiburón peregrino descomunal en la Punta del Morro”. Descomunal pero, no se alarmen, inofensivo.

“No es una rareza que se vea una vez en la vida, suelen cruzar el Estrecho pero no es habitual verlos, a veces suelen acercarse a la costa y es un animal muy grande, fíjate si es grande que lo he visto desde la ventana de casa, si va alguien con un kayac, se pega un susto, además se dejan ver, se quedan en la superficie”, explica Alex a Ceuta al Día, “todos los que hemos crecido con la película de Spielberg vemos un tiburón y nos cagamos,  pero también hay tiburones espectaculares pero que no suponen mayor problema”. Este avistamiento, valora Alex, es una prueba más de la diversidad de la fauna del Estrecho, al alcance de la mano en Ceuta. Una ciudad en la que se puede ver “un tiburón desde la ventana de casa”. En las fotografías que ha tomado, aunque muy de lejos, se ven bien las dos aletas. “La primera es la dorsal y la segunda, más puntiaguda, es la caudal”, explica.

Pero el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) poco tiene que ver con el imaginario de Hollywood. Pese a su aspecto feroz, con una inmensa boca —aunque con dientes diminutos—, no es tan fiero como aparenta. Se le suele confundir con el tiburón blanco por el tamaño, entre seis y siete metros, pero al peregrino no le interesan los humanos ni la carne, no están en su dieta. Prefiere el zooplancton que filtra con sus enormes branquias a un ritmo de 2.000 toneladas de agua cada hora.

Los avistamientos han sido comunes en el último año, debido al descenso del número de embarcaciones en el mar. Un rápido vistazo a la prensa da fe de ello, con apariciones de esta especie en Málaga o Granada, en este caso un ejemplar de 8 metros. 

Una especie cargada de mitos que, como tantas otras, es más amenazada que amenazadora. De las 31 especies estudiadas, 24 están ahora en peligro de extinción, y tres especies de tiburones (el tiburón oceánico de punta blanca, el tiburón martillo común y el grande) han disminuido tan drásticamente que ahora se clasifican como en peligro crítico. Si la sobrepesca estaba acabando con ellos, ahora se cierne sobre los escualos un nuevo peligro: la Covid.

Los tiburones podrían convertirse en las víctimas indirectas de la pandemia de Covid-19. Para la elaboración de las vacunas se está utilizando el escualeno, una sustancia que se obtiene a partir del aceite de hígado de tiburón. Esto ha puesto en pie de guerra a las organizaciones conservacionistas. El escualeno es un componente de algunos coadyuvantes que se añaden a las vacunas para reforzar la respuesta inmune, por ejemplo en la vacuna de la gripe (FLUAD, Chiron) que contiene 10 miligramos de ese compuesto por dosis.