Emilio Carreira declara la guerra a las gaviotas


Emilio Carreira declara la guerra a las gaviotas

- Medio Ambiente propone la inversión de un millón de euros, nuevas ordenanzas y sanciones mucho más duras para poner coto a las pavanas

- Casi 800.000 euros se destinarían a la adquisición de nuevos contenedores de cierre automático y 120.000 a un plan de recogida rápida de residuos orgánicos en las playas

- Se obligará a los nuevos edificios a disponer de sistemas contra la nidificación

Emilio Carreira le ha declarado la guerra a las gaviotas. Y no busquen una segunda lectura política, es literal. La proliferación de la gaviota patiamarilla, más conocida como pavana para caballas y campogibraltareños, se ha convertido en un problema al que poner coto y contra el que el consejero de Medio Ambiente,. Emilio Carreira, ha presentado al Consejo de Gobierno un estudio y propuesta de medidas que incluyen cambios en las ordenanzas, endurecimiento de sanciones y la inversión de un poco más de un millón de euros en, por ejemplo, la sustitución de los contenedores de cierre manual por unos automáticos. Un plan que anunció en las Juntas Generales de Obimasa y que en su día propuso al Pleno el Grupo Socialista.

“Se trata de dar respuesta, no sé si solución a un problema que afecta al conjunto de los ciudadanos y que tiene que ser abordado de un modo más que político, científico, no podemos solucionarlo como se hacía antiguamente, porque la protección del medio ambiente es un valor a defender”, ha alegado Carreira que ha dividido el plan en dos ejes, por un lado la reducción de recursos tróficos, esto es, restos orgánicos y comida, habitualmente en contenedores; y por otro lado un control de la población y de la nidificación.

El primer paso es reducir el alimento de las pavanas, “algo imposible, recuerda Carreira, mientras sigamos alimentándolas de una manera u otra”. Una reducción del alimento del que disponen en contenedores, playas y vertederos incontrolados, que el estudio propone reducir, por un lado, con un endurecimiento del régimen sancionador. “Se están actualizando todas las ordenanzas medioambientales al objeto no sólo para hacer modificaciones legislativas, sino también nuevos hábitos de vida y sobre todo el régimen sancionador que empieza a ser clamorosamente insuficiente”, argumenta recordando que la medida no tendría coste alguno. Además, añade Carreira, se reforzaría el control y eliminación de puntos de restos orgánicos para animales. “Esto que es una costumbre muy caritativa hay que empezar a erradicarla, dejar comidita a animalitos, por razones de bondad que no entro a juzgar, depositan comida para gatitos y otros animales que andan por ahí y al final se lo acaban comiendo casi todo las gaviotas”.

Todas las medidas citadas hasta ahora no tiene coste alguno para las arcas municipales, pero sí las que vienen a continuación, entre las que destaca la sustitución, “en la medida de lo posible” de los contendores de apertura manual por los que tienen un cierre automático. Una medida muy necesaria ya que, explica Carreira, “es curioso, las gaviotas han aprendido a comer en los contenedores abriendo las bolsas y discriminando la comida”. Una inversión que rondaría los 800.000 euros y que trae al recuerdo una posibilidad olvidada: el soterramiento de contenedores, que se incluía en el contrato de Urbaser para la gestión de residuos sólidos urbanos y que terminó enterrada en el olvido. Además, y con un coste estimado de 120.000 euros, se propone un plan de recogida rápida de las playas, especialmente las que estén cerca del núcleo urbano sobre todo en temporada de baño. “Se trata de que se acelere la recogida y se haga con más frecuencia”.

Además, se contempla intensificar el control y cumplimiento de las ordenanzas de residuos y uso de espacios, ya que, alega, “esta es una de las grandes razones por las que tenemos un exceso de población de gaviota patiamarilla; así como la redacción de un protocolo para minimizar los restos de comida en los patios de los colegios donde se están produciendo casos serios, incluso ataques”.

El plan contempla también medidas de control de nidificación valoradas en 100.000 euros, con instalación de monofilamentos en edificios; un estudio para la analizar la posibilidad de usar la cetrería, el informe costaría 3.500 euros y el servicio alrededor de 42.000 euros anuales.

”Pero lo que no tiene coste es el civismo”, ha insistido Emilio Carreira, “si somos limpios y ordenados”, se acabó el problema.

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