HUERTO ECOLÓGICO

La revolución verde ya está en marcha en Loma Colmenar

La revolución verde ya está en marcha en Loma Colmenar
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Tarek, vecino de Loma Colmenar, contempla, orgulloso, el huerto ecológico de la zona
Los vecinos de las 317 Viviendas de Protección Oficial convierten una zona abandonada de su barriada en un huerto ecológico y un jardín para la recuperación de arbolado autóctono

«La revolución no será televisada», cantaba el poeta Gil Scott-Heron hace 50 años. Porque las verdaderas revoluciones, las que de verdad cambian el mundo tal y como lo conocemos, empiezan en silencio, sin estridencias, paso a paso. Una de esas revoluciones llamadas a cambiar las cosas -de momento, ya está cambiando el paisaje- está sucediendo en Loma Colmenar. Allí, los vecinos de las 317 Viviendas de Protección Oficial llevan desde 2019 cambiando su pequeño mundo.

Al fondo de la urbanización, la asociación de vecinos -por empeño de su junta directiva y casi sin apoyos- ha convertido lo que era una zona olvidada, un «cul de sac» lleno de maleza e insectos, en un inesperado edén. Donde antes no había nada, ahora crecen los tomates, las berenjenas, la hierbabuena, los aguacates y las sandías. «Esto era tierra de nadie», resume Mohamed Tarek mirando orgulloso el huerto ecológico de la asociación de vecinos que preside. El huerto se distribuye en tres alturas. La más baja y amplia de ellas está llena de tomates caucásicos, tomates valencianos, unos deliciosos tomates amarillos que parecen ciruelas, berenjenas enanas, sandías con un sabor perdido en la memoria, pimientos, fresas exóticas… Hasta una variedad de tomate «cherry-pera» que han desarrollado los propios vecinos a base de injertos. Junto a esta terraza, hay una central que, en la actualidad, está en barbecho y donde se preparan en maceteros los árboles frutales que luego trasplantarán al huerto: limoneros, aguacates, guayabas…

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Tomates «cherry-pera», con «denominación de origen Loma Colmenar»

«Todo ecológico. No usamos pesticidas ni fertilizantes y lo reciclamos todo», dice Tarek señalando los tubos de goma rescatados de la basura para instalar el riego, o las estructuras recicladas con las que montarán el invernadero este otoño. «No tiramos nada». Aquí, los insectos y las plagas se mantienen a raya con vinagre de manzana y jabón potásico, «receta de la abuela», y se utilizan boñigas como abono, explica el presidente de la asociación, que, confiesa, «mi mujer me dice de ir a la playa, pero yo, la verdad, prefiero irme a la huerta y, si tengo calor, echarme agua por encima con la manguera», bromea.

La huerta, dicen, es adictiva. Tarek, como buen «huerter», encuentra en ella un remanso de paz, La actividad relaja, serena los ánimos y hace ver la vida de otra forma, sin prisas, pero también sin pausa. Aquí, el ritmo lo marca la naturaleza. Y el premio no es solo la cosecha. El lugar se transforma, al caer la tarde, en un punto de reunión para muchos vecinos. Unos van a echar una mano; otros, acuden para sentarse al fresco en un lugar que se ha convertido en una especie de oasis dentro de la barriada.

Y no solo es un oasis: es un lugar para la contemplación. Las cosechas son espectaculares. Solo el año pasado, recogieron casi 2.500 kilos de tomates. Una cosecha a la que dan salida mediante donaciones. La AECC, Plena Inclusión y PROI ya han probado las delicias del huerto ecológico de Loma Colmenar.

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Tarek observa las sandías del huerto

Y es que, el huerto de las 317 VPO no solo es ecológico y sostenible, también es solidario, productivo y tremendamente barato. Salvo la obra puntual que hizo la Consejería de Medio Ambiente, colocando adoquines y preparando las zonas de siembra, el proyecto no ha tenido más apoyo público. Pero eso no ha detenido a sus promotores. Los miembros de la junta directiva pagan de su bolsillo el agua de riego y ellos son los que, principalmente, trabajan y dinamizan el lugar. Y el huerto sigue creciendo: «En unos años, no vas a reconocer esto», augura Tarek.

Rescatadores de árboles

En la terraza más alta, con solo una larga jardinera, está lo que podría considerarse un «centro de refugiados arbóreos». Un jardín en el que rescatan árboles y arbustos arrojados a la basura  y los recuperan con mimo y dedicación hasta que vuelven a la vida, consiguiendo verdaderos milagros. Aquí no hay ciencia, solo cariño y paciencia. «Son árboles que ha ido tirando la Ciudad. Los cogemos y los recuperamos. Esto es como un hospital o una clínica de recuperación. Este -señala un madroño escuálido- ya está recuperando el color. Es una guayaba americana, rescatada. Mira cómo está ya», explica Tarek.

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Huerto ecológico de Loma Colmenar

Se trata de un proyecto bautizado como «Un niño, un árbol». Cada pequeño arbusto desahuciado fue apadrinado por un niño de la barriada con el apoyo de la empresa Buildarna. «Los niños se encargan de sembrar de nuevo los árboles. Vienen por las tardes, ven su carbol, echan un ratito aquí y lo cuidan; lo consideran suyo». Y el objetivo de la asociación de vecinos es ir replantando estos árboles por la barriada, devolviendo el arbolado autóctono a su lugar.

Si lo logran (y están poniendo todo su empeño) conseguirán recuperar una parte de la esencia del paisaje de Ceuta. Otro paso más en la lenta pero imparable revolución verde que está en marcha en Loma Colmenar.

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Fresas enanas
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Dos tomates, en proceso de maduración
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Uno de los árboles «resucitados»
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Tarek, posando junto a varias plantas

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