La recalificación del uso de la Manzana del Revellín que permitirá a sus propietarios aumentar la explotación comercial del edificio aún en desuso, que hasta ahora debía ser destinado a equipamiento cultural, no solo dará una nueva vida a la plaza Nelson Mandela, generalmente desierta, sino que generará empleo, mejorará la oferta comercial del centro de la ciudad y permitirá concentrar servicios dotacionales municipales, mejorando la atención al ciudadano. Así al menos lo defiende el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, que apuesta porque, además, sirva para atraer la demanda foránea y, de paso, fidelizar a la clientela local.

Un acuerdo que, a juicio de Vivas, resuelve una asignatura pendiente y cuyos beneficios, tanto en interés público como para el desarrollo de la economía local, más allá de la compensación pactada de un aumento de 4.000 metros cuadrados de superficie comercial a cambio de 900 metros para la Ciudad, previsiblemente en el edificio todavía vacío de la calle Padilla.

Una compensación que el presidente considera “justa y equitativa” y subraya que la operación urbanística cuenta con todos los avales técnicos y jurídicos para sustentarla.