El 17 de mayo de 2021 varios miles de personas, probablemente alrededor de 15.000, entraron a España a través de la frontera de Ceuta ante la pasividad y en muchos casos connivencia de las autoridades marroquíes. No hacía ni un mes antes que el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Ghali, había sido ingresado con coronavirus en un hospital de Logroño. Al día siguiente del inicio de la crisis, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) emitió un informe en el que se vinculaban ambos hechos.

Las conclusiones del escrito, que ha hecho púbicas El País, confirman que aquel salto masivo era parte de la estrategia de "presión" de Marruecos sobre España para que el Gobierno reconociera la soberanía de Rabat sobre el Sáhara Occidental. Algo que todos sabían sobre el terreno, en Ceuta.

La intención era "implicar directamente al presidente del Gobierno para conseguir un posicionamiento favorable a Marruecos en el contencioso del Sáhara Occidental”. Además, señalaba el informe, el apoyo del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a los planes de Rabat, apoyando la solución de autonomía bajo dominio de Marruecos para el territorio en disputa era “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. Un apoyo crucial que Marruecos quería aprovechar "buscando que otros países siguieran esa decisión o revisaran su posición”, como ha sido después, con la sucesión de países europeos repitiendo la misma fórmula de “la base más seria, realista y creíble”. Lo hizo Francia, Alemania y después España.

Este martes, ya restablecidas las relaciones bilaterales tras la crisis diplomática, se reunirán los gobiernos de España y Marruecos en Madrid para completar el proceso de reapertura y establecer las modalidades y el calendario de finalización del proceso de normalización.