HISTORIA

El día en el que Reino Unido propuso a España un intercambio entre Gibraltar y Ceuta

El día en el que Reino Unido propuso a España un intercambio entre Gibraltar y Ceuta
Jorge V (arriba a la izquierda) y Alfonso XIII (abajo a la derecha)
Jorge V (arriba a la izquierda) y Alfonso XIII (abajo a la derecha)
Ambas naciones iniciaron conversaciones a principios del siglo XX para llevar a cabo una permuta que acabó siendo fallida

Hace algo más de un siglo -concretamente, a mediados del año 1917-, cuando la Primera Guerra Mundial asolaba aún el continente europeo, Reino Unido, país sumido de lleno en la contienda, propuso a la maltrecha monarquía española algo que, de haberse materializado, habría alterado por completo el destino de ambas naciones (y nuestra misma existencia): un intercambio de soberanía en las regiones de Ceuta y Gibraltar.

La propuesta del Gobierno británico obedecía, principalmente, a dos cuestiones (ambas, estrechamente relacionadas con el conflicto bélico y su resolución): por un lado, al deseo de granjearse un nuevo socio en la zona (decantando, así, la balanza de la neutralidad de España en favor del bando Aliado); por otro, a la necesidad de desprenderse del peñón por ser este, a juicio de la Comisión de Defensa Imperial, "militarmente indefendible" de cara a potenciales ataques.

"Ceuta era vulnerable a la artillería por su poca extensión, pero era un blanco más difícil que Gibraltar por su distancia de las baterías en territorio español: distaba casi 29 kilómetros de los cañones de Algeciras y otros 23 del punto más cercano de la costa española", dice Bullitt Lowry, autor del libro El indefendible peñón: Inglaterra y la permuta de Gibraltar por Ceuta, de 1917 a 1919. En su obra, Lowry asegura que "habría sido difícil bombardear Ceuta sin observación directa".

Cabe señalar que la idea no emanó de la nada. El cambiante Gobierno español de la época dejó entrever, tiempo atrás, que declararía la guerra a las Potencias Centrales en caso de que les fueran cedidos los territorios de Gibraltar y Tánger (este último, para poner fin a las pulsiones insurgentes de Marruecos). Sin embargo, tras plantearse la posibilidad en el seno del estamento militar, buena parte de este se mostró contrario a la idea del intercambio.

Y es que, la colonia inglesa no presentaba, entonces, grandes opciones de ser militarmente explotada: ni el puerto ni los aeródromos del lugar contaban con las superficies suficientes para albergar grandes contingentes, como sí que hacía, por contra, la costa norteafricana.

Al término de la guerra, en Gran Bretaña, seguían siendo varios los partidarios de efectuar el intercambio. A pesar de la resolución del conflicto, la cuestión de fondo seguía siendo la misma: el miedo a que Gibraltar, dada su especial vulnerabilidad a posibles ataques aéreos, fuera objeto de un asalto militar. A este respecto, Inglaterra desconfiaba de España, cuyas reivindicaciones históricas pasaban, precisamente, por anexionar el enclave.

Al cabo de pocos años, la idea acabó siendo completamente desechada por parte de las autoridades anglosajonas, quienes consideraron improbable que la cúpula militar de nuestro país decidiera invadir el peñón. Tanto fue así que, en 1926, cambiaron las tornas, siendo el propio Alfonso XIII quien planteó la posibilidad de acometer la permuta, a lo que los británicos se acabaron negando en rotundo.

El día en el que Reino Unido propuso a España un intercambio entre Gibraltar y Ceuta


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