Tras salir a la luz unas declaraciones del director general de Aduanas e Impuestos Indirectos de Marruecos, Nabyl Lakhdar, al diario sensacionalista Telquel, en las que negaba la posibilidad real de que Ceuta y Melilla acaben contando con una aduana comercial, este viernes se dispararon las alarmas. Pero tratándose de Marruecos había varias posibilidades, que fuera una estrategia para tensar las negociaciones, que fuera un intento real para dar un paso atrás en lo acordado o que simplemente fuera un desliz. Que el propio Nabyl Lakhdar haya tardado apenas horas en rectificarse a sí mismo da que pensar ahora que Marruecos va en serio con la intención de que Ceuta y Melilla cuenten con una aduana comercial que regule el tránsito de mercancías a través de las dos fronteras de la Unión Europea en suelo africano.

Si este mediodía decía que no era posible, en la tarde de este viernes le ha dicho a la Agencia EFE, que lo de las aduanas comerciales “es un tema político dirigido por los ministerios de Interior de Marruecos y de España”. Donde manda patrón no manda marinero.

“La Administración de Aduanas ejecutará todas las decisiones que tomen las autoridades políticas. Cuando los dos ministerios se pongan de acuerdo sobre los aspectos relacionados con Ceuta y Melilla, nosotros los aplicamos”, ha manifestado Lakhdar para dejar claro que la decisión no la toma él.

Sus palabras a Telquel fueron, según asegura ahora él mismo “mal interpretadas”.

Para cuando Lakhdar se ha desmentido a sí mismo, el Gobierno de España ya se había posicionado y lo había hecho reiterando que la instalación de ambas aduanas comerciales figura en los acuerdos alcanzados entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI.

Eso sí, sigue estando pendiente de concretar cómo se articularán esas dos aduanas comerciales, y ahí, sí que pueden suscitarse cuestiones como las que apuntaba el director de aduanas marroquí para justificar su negativa, la falta de espacio suficiente para dotar al Tarajal de una infraestructura adecuada.