El 10 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco fue secuestrado por tres miembros de ETA: Francisco Javier García Gaztelu, alias ‘Txapote’, quien disparó en la nuca a Blanco en un descampado de Lasarte-Oria, Irantzu Gallastegui Sodupe, ‘Amaia’, y José Luis Geresta Mujika, ‘Oker’, todos miembros del comando Donosti. La banda terrorista daba un plazo de 48 horas para el acercamiento de alrededor de 600 presos etarras a las cárceles del País Vasco, sino mataría al joven concejal de 29 años. Fueron 48 horas de angustia y vigilias que de nada sirvieron. Ante la negativa del Gobierno central, la tarde del día 12 Miguel Ángel Blanco, concejal popular de Eibar, fue ejecutado en un descampado en Lasarte-Oria y murió en la madrugada del día 13.

Un asesinato con el que ETA traspasaba todos los límites de la crueldad y la sinrazón y que terminaron por despertar a la sociedad vasca y, con ella, a toda España. La mayoría silenciosa alzó la voz y todo empezó a cambiar. Nacía así el Espíritu de Ermua y la movilización social contra el terrorismo -ya presente en Euskadi desde hacía unos años a través de Gesto por la Paz-- fue ya imparable. Hoy no quedan muchas dudas de que el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco cambió para siempre el devenir de ETA. Pero aun faltaban muchos años y demasiados muertos para que fuera pasado.

Una parte de nuestra historia reciente que para muchos jóvenes, también en Euskadi, es ya toda una desconocida. Quizá por ello, Nuevas Generaciones, las juventudes del Partido Popular a las que pertenecía el concejal de Ermua, han querido aprovechar este 23 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco para recordar a esos jóvenes quién era y lo que significó en la lucha contra el terrorismo. Un acto en el que ha estado presente el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, así como gran parte de los miembros del Gobierno, el senador por Ceuta, David Muñoz Arbona, o la secretaria general del PP, Yolanda Bel.

"Por edad muchos de vosotros no vivisteis aquellos días de julio de 1997 que cambiaron la percepción social del terrorismo y que constituyeron una rebelión cívica: seis millones de españoles participaron en las cientos de manifestaciones, concentraciones, actos, declaraciones institucionales, etcétera, que tuvieron lugar entre el 10 y el 14 de julio de 1997, fueron días imborrables en la memoria para muchos ciudadanos”, recordaba el presidente de Nuevas Generaciones de Ceuta, Pelayo Alcaina, encargado de leer el manifiesto bajo el lema 'La resistencia de la dignidad’.

No obstante, la "triste realidad" reconocen, es que hay generaciones de jóvenes españoles "que desconocen cuáles han sido las consecuencias del terrorismo y qué significado tiene la memoria de las víctimas”, aunque sea parte de la asignatura de Historia.  “Para paliar este desconocimiento y para que entendáis por qué es importante conocer, respetar y apreciar a las víctimas, a todas las víctimas del terrorismo, que, como Miguel Ángel Blanco, son un símbolo de libertad y de principios éticos y políticos fundamentales para la democracia constitucional que disfrutamos todos".

"Miguel Ángel Blanco representa la libertad y la democracia constitucional que nos ampara, la tolerancia, el derecho a sentirse vasco y español, a ser como cada uno quiera ser respetando las reglas de convivencia democrática y los derechos humanos. Los valores y principios con los que ETA quiso acabar”, reivindicaba, poniendo en valor a las víctimas del terrorismo: "Las víctimas del terrorismo nos recuerdan que las respuestas violentas o el radicalismo que las justifica no nos hacen más libres sino más esclavos de conductas que atentan contra los derechos y libertades de todos los ciudadanos que tanto nos ha costado asentar".

En 1997, finaliza el manifiesto, "aprendimos que hay causas por las que merece la pena comprometerse y que la defensa de la dignidad de las víctimas del terrorismo es una de ellas. Todas las víctimas necesitan ser respetadas, no humilladas, y defendidas en su derecho a la justicia y a la verdad".