Paco Antonio, el fumador optimista


Paco Antonio, el fumador optimista

- El delegado del Gobierno repasa su situación personal de lucha con el cáncer, al que dice "hay que llamarle por su nombre"

- Niega que haya vacio de poder en la Delegación del Gobierno y dice que seguirá trabajando mientras se somete a la 'quimio' "como cualquier otro trabajador"

- "En la vida los errores son experiencias", dice para reafirmarse en su afición a fumar de forma esporádica. La frase puede servir para explicar más cosas

“Llamémosle por su nombre, cáncer”, es una afirmación que sale de la boca del delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, o como se le conoce más comunmente en Ceuta, Paco Antonio. Llamémosle por su nombre también. Una expresión recomendada para cualquier enfermo de cáncer con posibilidades de derrotar “al bicho”. Afrontar un problema es el primer paso para solucionarlo.

Delegación tiene interés en transmitir que su jefe está al pie del cañón y se abre como nunca a que los periodistas hagan entrevistas. O más bien como siempre, es Paco Antonio un político sin demasiados reparos en tratar con la prensa. A pesar de que ahora vea en los noticiarios y las portadas llenas de sucesos oscuras maniobras de provocar a la ciudadanía una sensación de inseguridad, que él entiende ficticia. Repitiendo el síndrome por el que ya pasaron otros en su mismo lugar más recientemente.

Llamar a las cosas por su nombre es algo que está marcado en el carácter de Paco Antonio. Otros en su situación podrían no mostrar la misma entereza. Él opta por pisar el acelerador, por mantenerse al pie del cañón. Por compatibilizar la ‘quimio’ con su trabajo. “A mí, el cuerpo no me ha pedido parar. En el momento que me pida parar, pararé porque no soy un irresponsable. Independiemeinte de eso yo me imagino que yo no voy a ser distitno a cualquier trabajador del resto del mundo. Cuando se empiezan los tratamientos de quimioterapia los trabajadores siguen trabajando, y yo no soy una excepción soy un trabajador, con responsabilidad, pero un trabajador”, explica con energía. Subraya desde el incio de la conversación que no hay vacio de poder en Delegación. “Diez días” de ausencia por la operación y los cuidados posteriores. “Diez días” en los que a partir de la operación “el teléfono ha estado operativo”, para situaciones que requirieran su participación en la toma de decisiones, no siempre, “porque hay un equipo consolidado y trabajando y porque en ausencia del delegado hay uno suplente, las funciones las tiene el secretario de la Delegación del Gobierno”.

No preocupa en Moncloa tampoco que el delegado tenga cáncer más allá de lo personal. Paco Antonio habló con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y ésta se limitó a expresarle afecto y darle ánimos. Sin preocupación política aparente. “Esto es una operación quirúrgica, limpiamos y si se puede continuar, continauamos. Como se puede, continuamos. No le han dado más importancia más allá del cariño que me han expresado”, relata Paco Antonio.

Si se tiene que ir se irá, pero sea o no por la enfemedad. “Si la enfermedad llegara a un límite donde no pudiera cumplir con la responsabilidad que se me ha encomendado díria: ‘basta que venga otro que me sustituya y punto’. No pasa nada. Este Delegado del Gobierno no está atado a este silllón y no sólo en el ámbito de la enfermedad sino de cualquier decisión que pueda conllevar una crítica social, la tomaré independiemente de que la gente se la tome bien o mal. Como no me ata el sillón tengo muchísima más libertad que otros para tomar decisiones”, anuncia con orgullo.

La situación no es nueva, ni en lo que la enfermedad se refiere ni a dejar paso. Ya lo hizo siendo diputado. Sabía que su última legislatura sería su última legislatura y que antes de terminar dejaría paso a Francisco Márquez, al que estima mucho: “Es capaz de hacer una carrera en un año”, dice de él. Si influyó la enfermedad fue más bien poco. La decisión estaba tomada antes.

Y sí, se operó en Madrid y no en Ceuta. A él sólo le han llegado “parabienes” a través de las redes sociales y ha vivido ajeno al run run que veía en esa operación fuera un privilegio de clase privilegida, operarse fuera y no en el Universitario. La situación así lo requería. Así se lo recomendaron los médicos. Era la tercera vez que le abrían para tocarle en el mismo sitio, un sitio en el que sólo un puñado de personas en todo el mundo han desarrollado cáncer.

“Yo precisamente fui la única persona de todos los que hablan sobre sanidad que decidió voluntariamente operarse en Ceuta, a partir de la primera han sido los propios responsables los que me han aconsejado irme fuera, no porque aquí no se pueda hacer sino porque necesitaba una especialidad específica de oncología digestiva por mis circusntancias de las dos operaciones anteriores y lo que significa el volver a tocar eso se necesita de una experiencia de médicos que aquí no se tiene, me operé aquí en primer lugar y los tratamientos de quimio me los estoy dando en Ceuta. Son otros los que dicen y no hacen; yo además de decir, hago”, zanja sin pudor.

Ese número, el tres, marca. Pero a Paco Antonio le marca para bien. Ya no lo afronta como la primera vez que tuvo que operarse y que le dijeron que tenía cáncer. “Sinceramente no. En este caso yo no sé si será por mi carácter, por mi ánimo en estas historias, lo unico que sé es que otros no tienen una tercera oportunidad, con lo que lo afronto con mucho más optimismo”.

Ese optimismo, el espíritu combativo y el ánimo alegre, dicen los médicos que ayuda a sanarse y Paco Antonio no deja pasarla ocasión para lanzar un mensaje a otros que pudieran estar luchando.

“Todos los que pasamos por una enfermedad, por el cáncer tenemos la obligación, y dándose las cricunstancias que se dan en mi, hay que aprovechar para transmitir a la gente que lo que tiene que tener es ánimo. Además es verdad, cuando una persona tiene ánimo dentro de lo que es la enfermedad coadyuva a la curación o por lo menos que el cuerpo y sus células estén en una predisposición de actuar de funa forma más agresiva en contra del bicho”, lanza.

Es Paco Antonio un animal político, le puede, ni el cáncer le ha podido apartar de la vida pública y de sus responsabilidades. Eso sí, reconoce que la experiencia acumulada en cinco legislaturas en el Congreso no sirve para nada al llegar a Delegación. “Lo que si me vale es ser de Ceuta, tener la experiencia de conocer la ciudad, de conocer los colectivos, tener cercanía a la población, conocer sus problemas, no tener que aprenderlo o esperar a que alguien te los explique. Lo otro es la antípodas de esto”, resume.

Lo suyo es puro carácter. Nunca se esconde. Sólo con ese carácter se entienden frases como la de “los delincuentes son tontos”, tan señalada como brabuconada por sus adversarios políticos que lo han tenido fácil. Sólo han tenido que contraponerle los hechos. Y aún así se reafirma. La entrevista tuvo lugar un día antes de que unos atracadores pistola en mano saquearan un salón de juegos en Hadú y dos días antes de que saliera ardiendo un almacén del colegio Ortega y Gasset. Es casi seguro que no habría cambiado nada en esa respuesta si la hubiera tenido que dar después de esos hechos. Superó un cáncer, superó otro, ahora va a por el tercero y en su discurso no descarta que se le vuelva a reproducir y no lo dice en tono trágico, ni derrotista, lo cuenta como quien ha tenido gripe y sabe que puede volver a tenerla. Como su vida misma. Reafirmarse o morir.

Y ese carácter, ese reafirmarse, incluso cuando las decisiones tomadas han podido demostrarse como no óptimas, es también seña de identidad personal no sólo política. Cuando terminó el acto del día de la Policía Nacional en las Murallas Reales el pasado mes de octubre, Paco Antonio, bajó de la tribuna y buscó cobijo en la sombra y cierta intimidad para fumarse un cigarrillo. Volvería a hacerlo.

“No me arrepiento. Todo lo contrario. Yo llevaba 14 años sin fumar. Después de la primera operación de vez en cuando me he fumado algún cigarrillo. He llegado a fumar cinco o seis cigarrillos al día. Ahora estoy en la fase donde no fumo. Pero no. En la vida los errores son experiencias y eso no significa que haya arrepentimiento. Es más yo he dicho que si de esta termino siendo un anciano a los 75 volveré a fumar porque a esa edad ya da igual la solución. Fumarte un cigarro de vez en cuando... Los médicos dicen que hasta el cuarto o quinto cigarro al día no tiene efectos para la salud. A mí me gustan los puros, lo que pasa es que estoy un poco renunciando a ello, no tanto por mí como por el entorno. No me gustaría que mis hijos fumaran, que no fuman, no me gusta que los niños pequeños que yo veo en mi entorno me vean fumar. Estoy solidarizándome con las decisiones que se han tomado con respecto al tabaco pero no porque a mí me deje de gustar”, explica.

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