CONTEXTO Y ANÁLISIS

Sánchez y Biden, Ceuta y Melilla, la OTAN y los barcos rusos

Sánchez y Biden, Ceuta y Melilla, la OTAN y los barcos rusos
Sánchez y Vivas
Vivas recibe a Sánchez durante la visita del pasado martes 18 de mayo./archivo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene previsto mantener este lunes una charla informal con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante la cumbre de la OTAN en Bruselas y no es descartable que la crisis originada por Marruecos en Ceuta el pasado 17 de mayo, salga en la conversación

Está previsto que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantenga un encuentro informal con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante la cumbre de la OTAN que se celebra este lunes en Bruselas. La cita, fuera de la agenda oficial, dará la opción a ambos mandatarios de mantener una breve conversación. La previsible charla ha sido promocionada por Moncloa más para restar las críticas vertidas en las últimas semanas desde la oposición por la falta de contacto con la Administración americana como punta de lanza de críticas a la pérdida de peso del Gobierno de España en la política internacional que como otra cosa. Pero, algunas voces apuntan a que el encuentro llega en un momento crucial después de la crisis desatada por Marruecos el pasado 17 de mayo al atentar contra la frontera terrestre con Europa en Ceuta, y que la misma podría servir para acabar de decantar el apoyo de Estados Unidos sobre la cuestión o como poco mantenerlo en el terreno de lo neutral, que es donde parece haberse instalado.

Alguna información publicada este domingo apunta incluso a que en la breve charla la cuestión de Ceuta estará presente y lo estará además para dejar claro que la ciudad está bajo el paraguas de la OTAN, algo que no está claro si se atiende a la literalidad de los acuerdos que regulan la organización y sobre lo que los barcos rusos podrían ser de ayuda. Sí, aquellos buques de guerra rusos que recalaron en Ceuta de forma asidua hace unos años ofreciendo para la hemeroteca imágenes pintorescas de marineros del ejército de Moscú bebiendo cervezas en las terrazas locales y cargándose de compras que agradecían las cajas del comercio local. Y que si recuerda desaparecieron de la escena precisamente tras una polémica internacional con queja incluida del Gobierno de Estados Unidos con la OTAN al fondo como argumento.

Pero mejor recapitular. El pasado 17 de mayo, Marruecos dejó sin vigilancia la frontera con Ceuta, y todo parece apuntar a que incentivó la llegada de miles de personas para cruzarla aprovechando la falta de vigilancia, sacando incluso a niños de los colegios. La crisis, calificada en el Parlamento Europeo hace sólo escasos días como “marcha verde infantil” desató una tormenta de consecuencias internacionales. Marruecos no escondió en ningún momento que era su represalia por la acogida dada por España al líder del movimiento saharaui, Brahim Galli, para tratarse de covid en un hospital en La Rioja.

El Gobierno de Ceuta entendió la maniobra desde un primer momento como un intento de invasión y una agresión sin precedentes. El Gobierno de Pedro Sánchez reaccionó con celeridad y contundencia, y el propio presidente del Gobierno después de realizar unas declaraciones públicas contundentes avisando a Marruecos que defendería la españolidad de Ceuta con tantos medios como fuera necesario y recordando el carácter europeo de la frontera, se desplazó a Ceuta para subrayar sus palabras con hechos. Una visita organizada en menos de 24 horas, que incluyó a Melilla en la gira, y que volvía a poner a un presidente del Gobierno del país en las ciudades autónomas después de que Zapatero lo hiciera en 2006, en un viaje que ya fue considerado excepcional en su día y que al igual que la posterior visita del entonces rey Juan Carlos I, desagradó profundamente a Marruecos.

Pero el Gobierno de Sánchez no se quedó en movilizar al Ejército y en pisar la ciudad. En la esfera internacional se desplegó una actividad frenética para lograr, también en tiempo récord, un apoyo sin fisuras a Ceuta por parte de la Unión Europea, que llegó a recordar a Marruecos no sólo que las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla son fronteras europeas -lo que en el futuro podría tener consecuencias mucho más allá de lo que ahora mismo puede vislumbrarse-, sino que le recordó que se estaba jugando más de 10.000 millones de euros en ayudas que recibe de la Unión precisamente para colaborar en materia de flujos migratorios hacia el continente.

La respuesta en el seno de la Unión Europea al desafío marroquí ha incluido una condena expresa por parte del Parlamento Europeo al país vecino por lo ejecutado el pasado lunes 17 de mayo, además de la aprobación de una remesa de 10 millones de euros a la Ciudad para paliar el desastre humanitario que ha originado la llegada de miles de marroquíes a la ciudad. Ayudas contantes y sonantes en dinero; algo sin precedentes que a pesar de haberse intentado con anterioridad no se había logrado. Hasta ahora las ayudas de Bruselas para la cuestión de la migración en la frontera sur, casi siempre, cruzaban la frontera. Por más que Marruecos ha intentado circunscribir la crisis a una cuestión bilateral con España, la Unión Europea no le ha comprado la idea. Ni tan siquiera Francia tradicional aliado de Marruecos en estas cuestiones ha respaldado esta vez las pretensiones de Mohamed VI. 

A esos diez millones de la Unión Europea se suma otra iniciativa que con toda probabilidad acabará teniendo repercusión económica, el Gobierno de Pedro Sánchez anunció sólo 10 días después de la crisis que ponía en marcha la elaboración de un plan estratégico para Ceuta y Melilla de cara a protegerlas de lo que bautizó como una “amenaza híbrida”. El anuncio realizado por la mano derecha del presidente Sánchez, Iván Redondo, supone un salto cualitativo que puede incluso dejar atrás los archipromocionados planes para reflotar la economía local, planes que han pasado por las Cortes Generales en varias ocasiones sin que una sola medida viera la luz en la realidad. Lo más parecido a poner en marcha alguna de las más de cien medidas que se incluían en esos documentos fue la iniciativa del ex ministro, Cristóbal Montoro, de permitir una fiscalidad a la baja para los servicios digitales que ha hecho florecer a la industria del juego on line en la ciudad y que aspira a seguir atrayendo otras grandes coorporaciones de Internet.

Marruecos ha ido haciendo pequeños gestos que dan muestra de cierta marcha atrás en su agresiva reacción y otros que apuntan hacia un mantenimiento de la tensión diplomática con España. La madrugada del martes 18 de mayo, ya desplegó la gendarmería para contener a las miles de peresonas que seguían aguardando su turno para saltar sobre el espigón del Tarajal. En los días posteriores se siguió desplegando con la misma contundencia para poner freno al éxodo. El propio rey anunció que se preocupaba por sus infantes y que había dado orden de readmitirlos a todos, después de que en la prensa internacional, ellos fuera precisamente el foco de la infamia, con sonados casos y fotografías icónicas ya en la historia de las migraciones internacionales. En el lado del mantenimiento de la tensión, la suspensión de la OPE, con el posterior anuncio de orden de abaratar precios para los que quieran regresar al país desde Francia o Italia, o la retirada de la embajadora en España.

Si Marruecos alarga la tensión es en parte porque cuenta con un cierto respaldo de Estados Unidos. Fue precisamente el Gobierno de Washington el que en cierto modo dio pie a todo lo sucedido con el anuncio del ex presidente Donald Trump de un cambio de mirada sobre el Sáhara Occidental, verdadero núcleo de la batalla internacional, por su potencial económico con la mayor mina de fosfatos del mundo (el fertilizante por excelencia). Trump dio un giro al asunto al reconocer durante sus últimos días de mandato cuando ya había perdido las elecciones la soberanía de Marruecos sobre la zona, saltándose los acuerdos de la ONU que establecen que la solución pasa por un referéndum de autodeterminación en el que los saharauis elijan qué quieren ser. 

Estados Unidos llegó a esa posición gracias a un estrechamiento de la colaboración con Marruecos forjado durante los últimos años, que incluye la realización de maniobras militares conjuntas en su territorio. Y ahí, justamente es donde hay que empezar a buscar cierto debilitamiento en la posición de Estados Unidos sobre la situación. La OTAN tenía previstas maniobras militares en la zona cercana al Sáhara, Marruecos ha intentado vender que las mismas incluían ejercicios en el Sáhara Occidental, pero recientemente Estados Unidos dejó claro que sus tropas no cruzarían la frontera durante las mismas para evitar que nadie interprete su participación como un respaldo a las pretensiones marroquíes sobre la zona.

Hace escasos días, la Administración Biden, emitió lo que podría considerarse su primer mensaje sobre todo lo sucedido el pasado 17 de mayo. Así, el secretario de Estado (el equivalente al ministro de exteriores en la Administración estadounidense), Anthony J Blinken, trasladó a su homóloga española, Arancha González Laya, el compromiso de Estados Unidos con la inmigración regular y segura, justo lo que no fue lo sucedido el 17 de mayo y sus días posteriores.

Dos pasos a un lado por parte de Estados Unidos que hacen temer lo peor en Rabat. Y en este contexto, Sánchez mantendrá una charla informal con Biden este lunes durante la cumbre de la OTAN. 

Según los textos que regulan la Alianza Atlántica, la posición dentro de su paraguas de Ceuta y Melilla es controvertida. Otro limbo más para las dos ciudades autónomas. Pero precisamente lo sucedido con los barcos rusos hace escasos años, sembró un precedente que algunas informaciones ya recogen que podría aprovechar ahora el Gobierno de España para disipar las dudas. Entonces, la flota del Ejército ruso dejó de repostar y abastecerse en Ceuta durante sus maniobras por el Mediterráneo precisamente por una queja de Estados Unidos. Entonces para defender su acogida en el puerto se esgrimió justo lo contrario, que Ceuta y Melilla estaban fuera de los acuerdos, si bien, el Gobierno de España accedió a la reclamación, dado que Estados Unidos no consideró que fuera así, y los barcos rusos dejaron de repostar en la ciudad. Lo que entonces sirvió para cerrar la bocana “al enemigo” podría servir ahora para seguir descabalgando el apoyo más fuerte que le resta en la esfera internacional a Marruecos en sus pretensiones de agitar su reclamación sobre las ciudades autónomas, que parecen haber salido reforzadas en su estatus europeo de la crisis, al tiempo que el mundo ha tenido un mayor detalle de la enorme situación de precariedad y desigualdad que vive la economía marroquí, una cuestión no menor que posibilita que una parte muy importante de la población haya comenzado a soñar con Europa con más intensidad de la que lo hacía antes de la pandemia.

Si el presidente Sánchez, que juega con la ventaja de dominar el inglés y no necesitar un traductor como le sucedía a Rajoy, logra en su charla informal con Biden, sentar las bases para abrir el camino hacia la integración sin fisuras de Ceuta y Melilla bajo el paraguas de la OTAN, podría ser el revés definitivo para Marruecos en sus pretensiones anexionistas sobre las dos ciudades autónomas.

Sánchez y Biden, Ceuta y Melilla, la OTAN y los barcos rusos


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