El 'super-yo' de Vivas, la marea azul del PP, el puerta a puerta de Ali y la 'Carravana' socialista


El 'super-yo' de Vivas, la marea azul del PP, el puerta a puerta de Ali y la 'Carravana' socialista

- Los Populares desembarcan en la Estación de Ferrocarril con más de cien personas y un líder que, a lo Lola Flores, proclama a los ceutíes que está por encima de sus siglas: "Si me creeis a mí, votadme"

- Caballas, presentando su nuevo proyecto y pidiendo confianza para él como antes se tuvo en el de UDCE, y el PSOE coinciden en el Príncipe Alfonso en el primer día de campaña

- UPyD saca a las calles su ejército magenta mientras el PDSC y Los Verdes se activan en las barriadas de la periferia

Viernes 6 de mayo. 23.50 horas. Primer día de campaña electoral en Ceuta. Veinticuatro horas no dan para más. De la mañana a la noche, como por arte de magia, las calles de la ciudad se han llenado los caretos mil veces vistos de Vivas, Ali y Carracao y de los no tan gastados por los medios de Julián Domínguez, Juan Redondo y Abderrafer Mohamed. Trabajo a la vista para la Junta Electoral de Zona, a la que más de un partido ha intentado torear con descaro con su propaganda.

El debate de la década, el primer y último 'cara a cara' entre los candidatos del PP y Caballas absorbe la primera mañana de campaña. Los de Ali están seguros de que ha ganado su líder; Carracao, que los dos lo han hecho bastante regular. En UPyD apuntan a que el presidente ha ganado "a los puntos"; en la calle se valora la actuación de Ali. El presidente del PP inventa una nueva forma de valorar los debates y se pone estupendo: "No lo haré si el adversario no está presente", se escurre ante los medios en la Estación de Ferrocarril.

Precisamente en esta barriada es donde los Populares, el paquidermo de estas elecciones en la ciudad, escenifica su primer acto en la calle. Dos autocares desembarcan a un centenar de dirigentes, militantes y simpatizantes encabezados por el senador Nicolás Fernández Cucurull, el consejero Francisco Márquez y el candidato Luis Márquez. Una marea azul comparable a la que sigue a Fernando Alonso por los circuitos del mundo equipada con todo tipo de propaganda (llaman la atención las enormes chapas que lucen todas las solapas con la sonriente cara del presidente) se aposta junto al viejo edificio en plena rehabilitación esperando a su líder.

Vivas se demora. Alguien arenga a la multitud: "¡Esto tiene sentido!". Bel aparece al volante de un vehículo del Parque Móvil atestado de propaganda. Otra polémica que se suma a la del asesor de Prensa, a la de los escoltas de la Policía Local, a la de pedir el voto antes de que lo permita la ley, a la de colocar las vallas publicitarias en todos lados...

El candidato hace acto de presencia a las 18.30 horas. Los saludos, besos, abrazos, fotos, agradecimientos y palmadas en la espalda se multiplican. Vivas reparte sonrisas a diestro y siniestro y, antes de adentrarse en los bloques de viviendas a evangelizar a los vecinoss con el programa del PP en la mano atiende a los periodistas. Poco nuevo bajo el sol: "La encuesta de verdad es la del 22 de mayo en las urnas", advierte sobre los extraordinarios resultados (21 escaños) que le augura el CIS; "el contacto directo con los ciudadanos es lo mejor de la campaña", afirma ante una embelesada presidenta vecinal.

Vivas sólo concede una frase que rara vez se le había oído, que casa poco con su puesta en escena. Vivas se dirige a los ceutíes a través de las cámaras y, poniéndose la venda, advierte de que no le gusta personalizar pero desliza: "Si los ciudadanos me creen a mí, que me voten". La oración suena a Lola Flores ("¡Si me queréis, irse!"), suena a consciencia del peso que tiene su nombre y su figura entre los electores en comparación con el de las siglas que representa, que parece haber fagocitado como ZP dio la impresión de comerse en su momento a las del PSOE.

Mientras los Populares se dispersan por la Estación de Ferrocarril ("otros muchos se han quedado trabajando en la sede", advierten orgullosos de músculo humano los de Vivas) las huestes de Carracao desembarcan en el Príncipe a bordo de la 'Carravana' socialista, una furgoneta blanca (a gasolina, no eléctrica) que aparcan frente al Polifuncional de la barriada mientras su candidato y parte de los integrantes de su lista se dirigen al Zoco para tomar un té y departir con los vecinos.

El líder socialista se acerca a los residentes. "Te apoyamos si nos das algo", se le oye decir a más de uno. Piden empleo, casa... Lo que piden los que menos tienen. Carracao no dice ni que sí ni que no. Como buen político, regatea, promete hacer todo lo posible, mejorar las cosas, progreso, prosperidad... Más sonrisas, más saludos...

En el Príncipe Alfonso reparten saludos también en horario vespertino los Caballas de Ali y Aróstegui como ya habían hecho por la mañana. El líder de la oposición juega en casa en esta barriada donde se le abren las puertas como a un hijo. Dicen los suyos que el Príncipe es lo primero por la confianza que siempre ha depositado en UDCE y por la que esperan deposite en este "nuevo proyecto que hereda lo mejor del anterior con aportaciones muy valiosas para seguir creciendo".

La mezcla de los dos partidos que forma la coalición "funciona bien", aseguran sus integrantes. Desde fuera se aprecia buena sintonía entre sus miembros, muchas sonrisas, muchas esperanzas diga lo que diga el CIS. Es obvio, desde fuera, el paso adelante que ha dado el primer grupo de la oposición en mercadotecnia. Atrás ha quedado el Ali que casi daba miedo en los carteles electorales, aunque mantiene su vocación por el puerta a puerta, por el saludo con el nombre del vecino en la cabeza, por la pregunta por sus hijos, padres o nietos. Primero las gracias y después la papeleta y la petición.

Es, más o menos, la misma estrategia que siguen Abderrafer Mohamed y Tarek Mizzian, que vieron muchas campañas de Mustafa Mizzian y ahora tratan de emularlas, este viernes en Arroyo Paneque, Terrones, Finca Guillérn, Poblado Sanidad, Bermudo Soriano y Vicedo Martínez.

Los Verdes de Juan Redondo y Jesús Gordillo van un paso tecnológico por delante. Estos se han apuntado a la megafonía, al vehículo que da vueltas y más vueltas. El primer día llama la atención. Su riesgo es que, dos semanas después, más de uno amenace con volverse loco con sus discursos y los de las otras cinco candidaturas que salen a la calle para dejarse ver (La Falange no lo hace).

Y si de dejarse ver se trata ahí sobresale UPyD. La del PP es una marea azul no espontánea, obviamente, pero en la que cada uno aporta sus complementos en función de su fondo de armario. Con Julián Domínguez no. Su ejército de colaboradores, unos "fenómenos" del buzoneo, se recorrieron este viernes las cafeterías del centro y el Mercado de Hadu con sus petos magenta y su discurso de cambio por bandera.

A última hora de la tarde, cerca de la medianoche, los candidatos vuelven a casa entre la euforia que invita a los más jóvenes a tomar una caña antes de quedar con la almohada y la advertencia de los experimentados: "Acabamos de empezar, así no vamos a terminar".

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