Se debatía una propuesta de Caballas para la creación de un programa de viviendas sociales, una de tantas al respecto. Pero el debate encalló al llegar al portavoz de Vox, Carlos Verdejo, y derivó en el enésimo enfrentamiento del diputado ultra con el presidente de la Ciudad y de la Asamblea, Juan Vivas. Un nuevo rifirrafe que sirvió de excusa al grupo parlamentario de Vox para reventar la sesión plenaria durante unos minutos, obligando a celebrar un receso de cinco minutos que apenas logró aplacar los ánimos.

La chispa saltó una vez más con la intervención de Verdejo, para quien la vivienda no es un problema en Ceuta: “Sí se están construyendo viviendas, ilegales, un elemento marroquinizador". Una vez encajado el cliché, el portavoz del segundo grupo de la oposición ha coincidido en que "existe un déficit de promociones públicas legales y los precios de los alquileres son muy altos". Además, ha recordado que todavía está pendiente de juzgar el denominado 'caso Emvicesa' —aludiendo a las ex consejeras Susana Román, Rabea Mohamed y Mohamed Alí, implicados en el caso— y acusando al resto de la Asamblea de "destinar millones a atender a inmigrantes y dedica pisos a jóvenes extutelados".

El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha entrado al trapo del ultraderechista "por alusiones" y ha reprochado a Vox su acción "contra los intereses de Ceuta y España durante la crisis de mayo". "Cuando más necesaria era la unidad de los ceutíes ustedes quisieron quedarse como únicos habilitados para decidir quién es español y quién no: quítese la careta y diga que no considera españoles a los musulmanes de Ceuta, con lo que hace el mayor daño que he conocido a esta ciudad", ha afeado su "demagogia" a los de Abascal. "Ya quisiera usted tener la altura moral de Román, Mohamed o Ali", ha defendido a los citados por Verdejo.

El portavoz, apelando a las alusiones personales del presidente —realizadas en respuesta a las alusiones personales del propio Verdejo— exigió un nuevo turno de réplica para alargar la polémica, turno que negó el presidente desatando la indignación de los diputados de Vox que increparon a Vivas desde sus escaños, tachando al presidente de “dictador”. Ante la evidencia de que no habría un nuevo turno de réplica, los de Juan Sergio Redondo escenificaron su rechazo abandonando el salón de plenos para no regresar y dejando sus propuestas sobre las mesa.

Según establece el Reglamento de la Asamblea, y argumentaba Vivas para negar un nuevo turno de palabra a Verdejo, la decisión de conceder o no la réplica corresponde a la Presidencia, esto es, al propio Vivas:  “Cuando, a juicio de la Presidencia, en el desarrollo de los debates se hicieren alusiones que impliquen juicios de valor o inexactitudes sobre la persona o la conducta de un diputado o diputada, podrá conceder al aludido el uso de la palabra por tiempo no superior a tres minutos para que, sin entrar en el fondo del asunto debatido, conteste estrictamente a las alusiones realizadas. Cuando la alusión afecte al decoro o dignidad de un Grupo Político, la Presidencia podrá conceder a un portavoz de aquél el uso de la palabra por el mismo tiempo y con las condiciones que se establecen en los apartados uno del presente artículo”.

Una espantada que aunque eventual generó un problema de reglamento al llegar el orden del día la siguiente propuesta de Vox, una declaración institucional de solidaridad con el pueblo cubano. “No quieren defenderla porque se han ido”, argumentó Vivas, abogando por saltarse las propuestas. “El reglamento lo que prevé es que si no se se encuentra en la sala se entiende que el proponente renuncia  a su defensa”, recordó la secretaria general señalando el Reglamento.  Finalmente se votó la propuesta sin debate. Solo el PP votó a favor de la solidaridad con el pueblo cubano. 

Segundo round

Pero solo la propuesta sobre Cuba cayó en saco roto. Verdejo regresó dispuesto a retomar la polémica: "Usted dice que niego la españolidad a la mitad de la población de Ceuta y eso es falso. Esas acusaciones son muy graves. Usted manipula con las afirmaciones e intenta ponernos en la diana como islamófobos, xenófobos, pero usted no sabe cómo justificar su pacto con los socialistas". Ignorando el reglamento, Verdejo siguió increpando al presidente de la Asamblea, apelando a la "invasión" de mayo y a Vivas de "blanquear al Gobierno de Sánchez y a los promarroquíes".

Los gritos fueron subiendo de tono y desde la bancada de Vox se interrumpían constantemente los intentos del presidente Vivas de zanjar la polémica. "Este señor quiere alterar permanentemente el orden", lamentaba el presidente, que amagó con suspender de nuevo la sesión ante la imposibilidad de ni siquiera intervenir. "No respeta el reglamento", suspiraba el presidente, impotente ante la escalada de decibelios en el salón de plenos y consciente de la dificultad de reconducir la sesión: "Se impone quien utiliza malas prácticas, tendremos que aguantar que se salte el reglamento", concedía, al tiempo que pedía "responsabilidad" al resto de diputados de las otras formaciones, abogando por no responder a las provocaciones. "A este señor habrá que dejarle que haga lo que quiera y diga lo que diga los demás estemos callados. Habrá que aguantarlo porque la institución esta por encima de nosotros", rogaba Vivas mientras Verdejo seguía profiriendo sus acusaciones al resto de diputados, tachándolos de "pro marroquíes" y "peores que los mafiosos".

Una propuesta de paz e indiferencia que rechazó de plano la diputada y portavoz de MDyC, Fatima Hamed: "No comparto ese planteamiento, flaco favor se hace al debate, venimos aquí a contraponer ideas, pero esto no es un debate, esto es una vergüenza política ya nacional". Una intervención que terminó de prender los ánimos y elevar aún más los gritos. Mientras Verdejo llamaba "promarroquí a Hamed", la portavoz localista espetaba: "Yo soy más española que usted, se aguanta. Y las amenazas no te afectan cuando te has criado en un barrio", rebatió Hamed mirando retadora a Verdejo, instantes antes de que se cortara la emisión y Vivas pidiera un receso de cinco minutos que apenas logró aplacar los ánimos.