Eran las cuatro de la madrugada y Federico Alegre regresaba en coche desde Valencia, donde había asistido «a la mejor final de la historia de la Copa del Rey», como le gusta recordar a Florentino Pérez. Se encontraba a 60 kilómetros de Madrid cuando en la radio informaron del «accidente» que el trofeo había sufrido en la fiesta de Cibeles. El Real Madrid se había impuesto al Barcelona en Mestalla y todo el mundo salió a la calle para celebrarlo.
El desfile transcurrió con normalidad, hasta que a Sergio Ramos le dio por mostrar la copa desde lo alto del autobús con el resultado que todo el mun...