“Aún tiembla con los motores, las muchachas y las flores…”


“Aún tiembla con los motores, las muchachas y las flores…”
Lo conocí un verano de hace cuatro años, me lo presentó un amigo del foro de Ceuta.com  y hablábamos por el messenger . Recuerdo que yo andaba de mudanzas y de obras en mi nueva casa, así que sobre lo que algun día sería el salón rodeada  de cajas, polvos, botes de pinturas  tecleaba en [...]


Lo conocí un verano de hace cuatro años, me lo presentó un amigo del foro de Ceuta.com  y hablábamos por el messenger . Recuerdo que yo andaba de mudanzas y de obras en mi nueva casa, así que sobre lo que algun día sería el salón rodeada  de cajas, polvos, botes de pinturas  tecleaba en una habitación vacía de muebles sobre una silla de cocina.

Una tarde, mientras contestaba al tema del foro me envío un emeil diciéndome que le gustaría conocerme, y yo ante aquel caos de casa decidí buscar un vestido de los que no necesitan plancha e ir a su encuentro.

Quedamos en el bar de mis amores, antes nunca había pisado yo ese lugar, allí encontré a un señor calvo, gordito, con los ojos juveniles y la sonrisa más bonita que había visto.
Tenía una conversación divertida e interesante, siempre miraba a los ojos y nunca dejaba de sonreír. Nos tomamos dos cañas y tras una llamada al móvil salió corriendo.

Seguía todos los días enfadandome con los albañiles y pintores de mi casa, les explicaba cómo me gustaría el color de las paredes y no había manera de que llegáramos a un entendimiento. Mientras mi ordenador tecleaba  ajeno a todo envuelto en plásticos y en medio de la sala.

Un emeil suyo, invitándome a comer, por haber huido tan precipitadamente, llegó a la semana de conocernos,  me pareció extraño pero dije que si. Al fin y al cabo había demasiado polvo en casa y necesitaba salir, busqué unos vaqueros y una camiseta que no necesitara planchar y quedamos.

Apareció con una moto enorme, bonita y supongo que cara (no entiendo ni de coches ni de motos) con un casco para mi y fuimos a comer pescado, al lugar, según él mejor de Ceuta. Después el café, donde hacían, según él, el mejor café de Ceuta, las copas y nos dió la noche entre su conversación y nuestras risas. Me divertí bastante y quedamos para cenar al otro día…

Siempre tenía una excusa para quedar, que si explicarme que ordenador me convenía más, andaba yo buscando otro, que si yo no había probado la carne magnifica de aquel restaurante, que si quería enseñarme como atardece en Ceuta desde Benzú…

Después las pequeñas chapuzas de la casa recién terminada, que se ofreció a hacer: las lámparas, los estantes, las conexiones, los programas del ordenador…

Me traía vinos y quesos caros a casa, me grababa canciones románticas, llamaba tres o cuatro veces al día pero jamás me insinuó nada.

Venía a buscarme a casa perfumado y perfecto, con un coche enorme, bonito y oscuro porque sabía que a mi me gustan más los vestidos que los pantalones y subir asi en la moto como que no. Descubrió mi pasión por el Barbadillo, el rape y los chipirones (puntillitas para los peninsulares) y me regalaba los mejores lugares donde disfrutarlo.

Un día mientras oíamos una canción de Serrat en su coche dejó que su pensamiento tomara voz “ cuando se está bien, no se puede pedir nada más” Le oí en silencio, como sin darme cuenta miestras “Curro el Palmo” se lamentaba de su cama ancha.

No era amor, al menos por mi parte, pero me sentía cómoda, admirada, atendida y hermosa, muy hermosa.

Sus ojos eran un espejo perfecto para mí.

Una tarde, mientras tomábamos un café, en el mejor sitio de Ceuta que se puede tomar un café, se le enturbiaron los ojos, se le quebró la sonrisa, me agarró la mano por primera vez y me dijo” estoy casado”.

Yo lo miré con la ternura que desprenden las madres ante la travesura de un hijo, a pesar que él  me llevaba diez años, le besé los labios por primera vez y lentamente desaparecí.

Después de cuatro años sigue mandando emeil divertidos o dulces pps que nunca contesto.

Hoy he recibido uno…


Posted originally: 2009-08-16 00:44:08

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“Aún tiembla con los motores, las muchachas y las flores…”


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