Las barreras del pelo


Las barreras del pelo
Una de las pocas costumbres que he mantenido desde mi más tierna infancia ha sido ir siempre al mismo peluquero. Hace unos meses éste, que tiene una amplia y fiel clientela, tuvo que cerrar debido a un accidente que había sufrido y por el que le habían inmovilizado la mano. Necesitaba ir a cortarme el pelo [...]


Una de las pocas costumbres que he mantenido desde mi más tierna infancia ha sido ir siempre al mismo peluquero. Hace unos meses éste, que tiene una amplia y fiel clientela, tuvo que cerrar debido a un accidente que había sufrido y por el que le habían inmovilizado la mano.

Necesitaba ir a cortarme el pelo por cuestiones de mera decencia: mi pelo rizado tiene esos imperativos. Mi madre me sugirió que fuera a la peluquería que ellas es clienta y en la que ha visto personas a algunos vecinos. Lleno de valor y dispuesto a romper las barreras de sexo y de género crucé la calle y me fui a la peluquería.

El resultado fue bueno, propio de profesionales y de los euros que pagué. Pero el ambiente es muy diferente, ya que no es que sea una peluquería ‘unise’, sino una peluquería para mujeres que atienden a hombres. Se habla mucho más de lo que se está haciendo, de los productos que se emplean, del mantenimiento del pelo y de esos temas, centrales en el servicio, que se obvian en una peluquería masculina a favor de asuntos externos, generalmente relaciones con el fútbol o con el tiempo.

No deja de ser curioso que una sociedad en la que las barreras entre hombres y mujeres se van diluyendo, pero cuando toca al pelo, nos dividimos y reproducimos los estereotipos más de toda la vida.

Posted in Idas de olla, Sociedad

Posted originally: 2009-12-24 08:00:26

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