Hace pocos años, el fútbol chileno, que vive ahora con efervescencia por el laurel conquistado anoche por la Universidad de Chile en la Copa Sudamericana (3-0 al Liga de Quito), era una calamidad en todos los sentidos. En la cola de las clasificatorias para el Mundial de Japón y Corea, y de Alemania, vivió su primavera refundacional con la llegada (2007) de Marcelo Bielsa al banco de la selección y de Harold Mayne-Nicholls, un hombre de la FIFA, al timón de una federación.