Cicatrices

El nuevo Base Camp de la Federación de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja no deja ningún lugar para la duda: es un campo para que muchos delegados puedan quedarse tiempo, mucho tiempo. La apuesta de la Institución Humanitaria, por si a alguien le cabía todavía alguna duda, sigue siendo la misma que en el minuto 1 después del terremoto, y en los años anteriores en que se venía trabajando en la zona, tanto como que la sede de la Cruz Roja Haitiana (ahora destruida como se pudo ver en las fotos) fue construida con fondos de Cruz Roja Española. Esa apuesta es continuar trabajando por los más vulnerables, y desde luego, hoy por hoy, hablar de vulnerabilidad es hablar de los de Haití.

 

Lo he dicho en más de una ocasión pero me apetece repetirlo: los haitianos no necesitan de nuestra lástima y sí de nuestra solidaridad y tampoco necesitan de nuestra caridad y sí de proyectos al desarrollo. En este sentido, desde el corazón de las tinieblas, quiero agradeceros a todos, en nombre de los haitianos que así me lo pidieron, vuestro brutal espíritu solidario que ha sido capaz de mover montañas hasta hacer llegar toneladas de material a un pueblo que carece de todo menos de dignidad.

La Delmas (la avenida mas importante de Puerto Príncipe),la Grande Rue, una de las “autopistas” de la capital haitiana (a menos que esté colapsada, que es el 90% del tiempo, claro), la misteriosa, populosa y “delicada” Cité Soleil, la antaño elitista Pieton ville ahora reducida a escombros, el hospital general y el hospital de la paz ya más o menos “normalizados“, el hospital de la Cruz Roja Noruega y Canadiense con la colaboración de mi Amiga Kelly y de sus chicos del Cristal Rojo israelí, la figura de la catedral que sigue desafiante a pesar de sus mermas, el devastado cuartel de la MINUSTHA, el derrumbado Palacio Presidencial (todo un símbolo), las incesantemente crecientes instalaciones de los Marines (sin duda, otro símbolo más importante aún), los campamentos de Maïs Gaté o los de Carrefour, la escuela de Leogane o el aeropuerto tomado por Galaxys son algunas de las imágenes que se quedarán grabadas en mí para siempre.

Me han dicho que me centre en el trabajo, que procure no focalizar sobre episodios o personas en concreto, que lo importante es el trabajo global, por ejemplo esos más de tres millones y medio de litros de agua potabilizados y distribuidos desde el minuto 1 del terremoto o el trabajo de las ERU de saneamiento y saneamiento masivo de Cruz Roja Española que, junto a la ERU de “Telecom” ya están desplegadas en Haiti.

Yo sé que tienen razón, lo que no sé es cómo se hace, porque cada uno/una interioriza las cosas de una manera diferente, para bien o para mal.

Igual resulta que después las cosas son más fáciles de lo que me estoy imaginando, pero por ahora el sol de Haití ha dejado grabado en mí una serie de impresiones difíciles de obviar….además, eso ahora no toca.

En cuanto al capítulo de insistencias, habrá que insistir, una vez más, que la ayuda humanitaria sigue fluyendo, pero ese flujo, por más importante que sea, siempre será insuficiente. No existe saneamiento, agua potable, servicios básicos a la Comunidad, viviendas, escuelas, hospitales fiables (al margen de los establecidos por Cruz Roja o MSF), profesionales que lo gestionen tods, e ingentes cantidades de productos de todo tipo. Y todo eso es ya. Algunos dirán que eso lo determinará la Conferencia de Montreal, es posible (aunque me da la sensación de que en este de tipo de cita, los gobiernos parecen estar más interesados en las subcontratas que en cualquier otra cosa). Sin embargo, bajo los 40 grados del invierno haitiano las cosas se ven diferentes, muy diferentes. Verán: a la hora de leer esta crónica, se habrán vuelto a repartir cientos de toldos más para que, cuando las lluvias lleguen y ningún medio de comunicación esté allí para relatarlo, los haitianos puedan estar medio guarecidos ante otra agresión de la naturaleza. Ahora, mientras en Montreal preparan las alfombras rojas y los cockteles de bienvenida, los Voluntari@s de Cruz Roja Española siguen distribuyendo miles de litros de agua mientras que otros cientos de Voluntari@s de la Federación de Cruz Roja y de la Media Luna Roja y del Cristal Rojo y de otras ONG se afanan, según sus medios, en paliar la situación.

No quisiera caer en la demagogia y criticar por criticar la “juntera” en tierras canadienses (entiendo además que un acuerdo positivo para Haití será hiper importante para los haitianos, si es que se lleva a buen fin), pero la experiencia nos ha enseñado que este tipo de meeting-point suelen ser muy inconcretos en cuanto a resoluciones, esperemos que no sea así.

Pero al márgen de Montreal , de sus fotos de apretones de manos bajo banderas y focos de luces frías, la palabra ayuda sigue sus cauces como apuntaba antes. Mientras en Haití se sigue trabajando a destajo, en Dominicana los equipos de apoyo psicológico trabajan ya para la recuperación de los Voluntari@s que trabajaron (y siguen trabajando) en pleno corazón de la desgracia. Las imágenes del horror y las voces de la angustia no deben quedar almacenados como objetos de tortura dentro del corazón de quienes lo dieron todo (y lo continúan dando) a cambio de nada.

El calendario va quitándose peso de encima y me da la sensación que, como todo la situación haitiana se va a ir diluyendo y, mucho me temo que esto quedará como un recuerdo más o menos breve en los anuarios y una serie de experiencias acumuladas para quienes estuvieron allí que, también más pronto que tarde, acabaran molestando por ser reiterativos, como si la miseria se acabase con tan solo dejar de hablar de ella…. lo que provoca la mala conciencia.

No obstante, espero con todas mis fuerzas que Haití haya dejado heridas infectadas en la memoria de todos, y que esas heridas supuren durante mucho para que, por lo menos, no archivemos en la carpeta de lo “ A OLVIDAR” todo lo recibido en esta sucesión de momentos dramáticos. No se trata de flagelarse, se trata de aportar voluntades, no se trata de culparse por no hacer nada, se trata de buscar soluciones o forzar a quienes deciden a que las busquen.

Poco a poco, Haití ha entrado en una fase de lo que podríamos llamar normalidad. La fase de emergencia aguda ha pasado, y ahora viene lo peor; ahora llega esa cotidianeidad necesaria y con ella los trabajos de reconstrucción.Cruz Roja Española estima que, al menos, todavía quedan intervenciones de máxima urgencia para los próximos cinco años…y es sólo una estimación y es sólo de la Cruz Roja Española.

La isla de la Española me deja cicatrices en el alma y el corazón hecho jirones; jamás me podré olvidar de todo lo vivido, visto y oído, y desde luego si tuviese en algún momento esa tentación, las cicatrices me recordarán que, a miles de kilómetros de mi/nuestra mullida tranquilidad, hay seres humanos que siguen sintiendo miedo a la tierra que pisan pero confían en que seamos capaces de ayudarles a salir del pozo donde están metidos.

Cicatriz en el alma me dejó la frase de aquel hombre que, sentado en la puerta de lo que fuera su casa en Leogane, me dijo que Dios debía bendecir a tod@s lo que, lejos su Haití, estaban ayudándole. Sin rencor, reproches y amarguras, con un suave tono de quien está de vuelta de todo y una voz parcialmente pisoteada por los rotores de los helicópteros USA, aquel hombre miró como me alejaba de la zona, llevándome conmigo mi rabia por no poder hacer más (siempre se quiere hacer más a pesar de saber de que se está haciendo muchísimo) y mi angustia de saber de que, si me hubiera un poco más, quizá el mensaje hubiese sido más efectivo y por lo tanto más resolutivo a la hora de transmitir necesidades.

Cicatrices en el alma las que yo me llevo hacia España, aunque para cicatrices las que dejó el terremoto en Haití; “sabes –me decía entre lágrimas Lionnel, el chófer que me enseñó mucho de lo que había que saber d Haití- esto ha sido terrible, lo más horrible que jamás se haya visto, pero nos levantaremos, el pueblo de Haití sabrá levantarse y construir un país nuevo, porque con todo lo que estáis haciendo por nosotros, ahora es nuestra oportunidad, ¿no crees?”.

Le contesto que no estamos haciendo nada por ellos sino con ellos y que nos queda, a ellos y a nosotros, mucho trabajo por delante. Asiente pero ha decidido confiar.

Quizás sea por el agotamiento, pero del final de la conversación sólo recuerdo el ensordecedor ruido de un Galaxy que lo absorbió todo.

Probablemente porque estaba cerrada en falso, la cicatriz se volvió abrió y la herida volvió a sangrar dejando el alma de nuevo bajo mínimos. Los sentimientos son así, muy jodidos de gestionar, qué le vamos a hacer, demasiado tarde ya para cambiar….

Cicatrices


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