Cuando de lo que se trata es de esconder droga, los narcotraficantes colombianos pueden llegar, con su sofisticación, a tocar el surrealismo. Unas réplicas de tres esculturas del artista Fernando Botero (Medellín, 1932) que esperaban en una oficina de correos de Bogotá para ser transportadas a Madrid resultaron haber sido realizadas con "una aleación en arcilla y cocaína".