La cogida interminable


La cogida interminable
Lo que le ocurrió a Perera en su primero parece técnicamente imposible. Andaba el hombre afanoso con un toro feo de verdad, de cara acarnerada, astifinos pitones, soso y deslucido, cuando, en un muletazo con la mano derecha, el toro consiguió engancharlo, lo levantó en peso, lo giró sobre el pitón, lo zarandeó de mala manera y, ya en el suelo, lo buscó con saña con las dos guadañas que portaba. Fueron unos segundos interminables; una voltereta de esas aparatosa y angustiosa de verdad. La cornada estaba cantada. Pero héte aquí que Perera recupera la verticalidad no sin esfuerzo, se supone que mareado por la tremenda paliza, y lo único que se le ve es el muslo derecho al aire y la taleguilla destrozada. Increíble, pero cierto. Uno de esos milagros que ocurren muchas tardes en una plaza de toros. La única medicina que hubo de aplicarse fue un pantalón vaquero tipo pirata que lució el resto de la corrida.



Posted originally: 2011-05-19 23:00:00

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