La reacción de los jueces italianos a
la suspensión y el proceso del juez Baltasar Garzón mezcla tres rasgos principales: solidaridad con el magistrado, inquietud por la creciente tensión en las relaciones entre poder político y judicial a nivel europeo, y una reflexión general de malestar porque un juez que es visto en Italia como un símbolo de la batalla por la legalidad pueda acabar fuera de la carrera.