«No puedo estar sentada a su lado y ver cómo el Duque de Windsor es desaprovechado», escribió su esposa en una carta conspirativa. Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial y Wallis Simpson, la estadounidense dos veces divorciada que le costó el trono a Eduardo VIII -quien fue coronado sólo por unos meses en 1936- dejaba entrever su ambición por ejercer de reina consorte del Reino Unido y los dominios británicos.
El complot estaba perfilado. El Duque de Windsor volvería a Inglaterra, compraría una finca de campo próxima a Londres -suficientemente distante para aparentar no implicarse en lo...