Si algo ha conseguido en sus diez años de andadura el
Flamenco Festival de Estados Unidos es otorgarle por fin modernidad a esa imagen de la España del toro, la pandereta y la flamenca de lunares con la que demasiadas veces se sigue vendiendo la cultura española en el extranjero. Además, el festival celebró ayer miércoles su décimo cumpleaños poniendo
una pica en Flandes al entrar en uno de los templos del arte contemporáneo neoyorquino, el Museo Guggenheim.