Washington siempre sospechó de la ultraderecha y de un Ejército descontento como la principal amenaza para la democracia en España, imprescindible para convertir el país en aliado de Occidente
1976 fue, posiblemente, uno de los años de mayor interés en Estados Unidos sobre los acontecimientos políticos españoles. En las etapas precedentes su injerencia en los asuntos de gobierno y en la vida social en general fue mínima. Pero con Franco ya fallecido, Washington miraba con lupa cada movimiento. Sólo en 1976 la embajada estadounidense en Madrid dedicó cientos de cables a describir minuciosamente personajes de la época, manifestaciones, protestas, artículos de prensa, grupos políticos y tendencias ideológicas. El enviado de Kissinger en España, Wells Stabler, se entrevistó asiduamente con figuras relevantes del Estado, la Iglesia y las diferentes asociaciones políticas. Su contacto con el rey, convertido en el mejor confidente del país norteamericano, fue constante.
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Posted originally: 2013-04-10 07:25:00