El Gobierno sirio culpó ayer a un predicador islamista y a misteriosos grupos armados de
la creciente revuelta en el país , y siguió ampliando su estrategia represiva: el Ejército reforzó sus posiciones en las calles de Deraa,
donde se originó la protesta , y en Latakia, donde el sábado murieron 12 personas, y no tres como se creyó al principio, y más de 200 sufrieron heridas.