Ferrer encalla ante Berdych


Ferrer encalla ante Berdych
El español cae 6-1, 6-4, 2-6 y 6-4 en cuartos en el Abierto de Australia y pierde el número tres mundial. Por JUAN JOSÉ MATEO

“Tommy you’re God!”, le gritan a Tomas Berdych mientras encarrila su pase a semifinales frente a David Ferrer (6-1, 6-4, 2-6 y 6-4). “¡Tommy, eres Dios!”, le dicen al checo, porque su arranque tiene la puntualidad del tren que avanza impasible con la chimenea silbando al viento, imposible de parar cuando ya está en movimiento. El español asiste al espectáculo igual que los niños que observan las vías, apenas un espectador impresionado por la mecánica de la máquina, hasta que se decide a levantar una barricada con la que frenar el viaje del checo, que poco a poco se diluye, empieza a moverse peor, y de error en error se gripa. Si el alicantino no aprovecha eso, si no explota una cuarta manga en la que tiene cinco bolas de break (no suma ninguna), es porque él, el tenista que nunca falla, de repente, falla (46 errores no forzados); porque él, el tenista que defiende lo indefendible, de repente, defiende solo excelentemente; y porque él, un pitbull, no sabe aprovechar el tembleque que le entra al número siete a la hora de cerrar el partido. En consecuencia, pierde el número tres mundial y puede caer al cinco en función de los resultados de Melbourne.

Se juega entre un viento racheado que molesta a los tenistas. Ferrer, que acabará negando el primer punto de partido del checo y procurándose una bola de break en el juego en el que este saca por el duelo, apenas tiene dictado en el juego. Con sus aciertos y sus fallos, Berdych es el guionista de un partido desangelado. Encerrado sobre el revés por el checo, el español solo tiene el argumento de la carrera cuando su contrario aprieta con su drive. En el arranque, el número tres mundial no encuentra soluciones estratégicas con las que alterar un debate que no se dirime en términos que le resulten favorables. Se queda mudo. Sin la ayuda del servicio, sorprendentemente lento (168 kilómetros por hora de media), pena para mantenerse a flote en los juegos que disputaba con su saque y apenas tiene opciones en los que ataca al resto. De inicio, la ejecutoria de su contrario tiene la frialdad del cirujano en el quirófano. Cuando el partido se aprieta (3-3 en la segunda manga) y Ferrer aumenta su nivel de juego, el checo no altera el gesto: en la segunda manga, rompe desde un 40-15 para el español (3-4), cede su servicio (4-4) y reacciona inmediatamente para quebrar (4-5) y ponerle su rúbrica al parcial (4-6).

Solo el bajón físico del checo, que deja de moverse con agilidad y empieza a enredarse al servicio, permite que el alicantino vuelva a aparecer en el partido. Gana la tercera manga. Empuja ligeramente a un juez de línea para dejar la toalla en la silla. Tiene algunos momentos estimables al resto. Emborrona finalmente su partitura con un puñado de malas decisiones en los momentos clave que fotografían las dudas con las que vivió todo el torneo. Elige mal, y peca de exceso de prudencia a la hora de cambiar de dirección. Con los dos pies en el suelo, sin verse obligado a golpear a la carrera, Berdych le despide.

Camino de los 32 años, Ferrer, un tenista temible, sabe que nada es eterno y afronta una temporada llena de escollos. Las preguntas son las siguientes: ¿Cuál será su compromiso con la Copa Davis? ¿Cómo digerirá su decisión de cambiar de entrenador tras 15 años teniendo el mismo? ¿Tendrá piernas para defender sus excelentes resultados de 2013? ¿Aguantará la presión que supone sentir la llegada de los jóvenes, los Del Potro, Berdych, Dimitrov…?

El español, un competidor normalmente fiable, al que se le da por descontado el esfuerzo, responderá a todo eso sobre la pista. La cancha es el tribunal, los rivales ejercen la acusación y sus piernas son el juez del caso: terminada la aventura australiana con el sinsabor de que bien podría haber sido más larga, Ferrer tendrá que luchar ahora por limpiar sus golpes para mantenerse entre los mejores.


Posted originally: 2014-01-21 10:00:25

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