El otro día leí encantado el artículo de Ignacio Urquizu dedicado a la situación que ahora vive el PSOE, después de la severa derrota electoral, y hoy gustándome menos he encontrado alguna interesante idea en el de Joan Romero sobre el mismo tema. En la prensa y en la blogosfera se suceden tratamientos de este asunto y yo no quería dejar de aportar mis líneas, a tiempo muy pasado y sobre la base de lo que muchos han dicho.

En ocasiones pienso que tengo más edad de la que tengo y no es sólo la edad, que va siendo ya seria, sino también la precocidad en el interés político. Esta situación me lleva a sentir que muchos de los eslóganes, frases e ideas realmente están siendo reutilizadas y que este momento ya lo vivimos entre 1996 y 2000.

Hay personas empeñadas en hacer una tragedia de las derrotas electorales del PSOE, cuando ser derrotado en un sistema democrático es una de las posibilidades existentes, vamos, que es normal ganar y perder elecciones. Alguien pudiera decir que no es solamente eso, sino las dimensiones de la derrota, pero la tragedia ya se dio en 1996 con una derrota por la mínima.

Sinceramente, la derrota socialista el pasado día 20 de noviembre no se debe a ninguno de los factores que suelen apuntarse, sino a que en España se han llegado a las urnas con cinco millones de parados. Una explicación simple, quizá simplista, pero que es cierta y supera con amplitud la ‘Navaja de Ockham’.

¿Quiere decir que los problemas estructurales que pudiera tener el PSOE serían irrelevantes para el resultado electoral? Creo que podemos distinguir cuatro situaciones, dos caracterizadas por el largo plazo y dos por el corto plazo de los resultados electorales.

Se puede ser un partido fuerte que gana o pierde elecciones. Si un partido es fuerte (militancia comprometida, buenos cuadros, programa de calidad, comunicación óptima y gestión contrastada) lo normal sea que gane las elecciones, aunque circunstancialmente las pueda perder aunque no ‘besando la lona’. Mirando los resultados a largo plazo será el ‘partido de gobierno’. También cabe la posibilidad de ser un partido (militancia nominal, cuadros mediocres o malos, programa copipasteado, comunicación errática y gestión sorpresiva) y ganar o perder elecciones, pero en ese largo plazo terminará siendo el ‘partido de oposición’ por más que ocasionalmente alcance el poder.

La primera pregunta que deberían hacerse los militantes y responsables del PSOE es que tipo de partido son o concretando más, en qué aspectos y en qué lugares son fuertes y en cuáles son débiles. Muchos de los problemas que unánimemente se señalan se daban también en 2008, cuando se ganaron las Elecciones Generales. Por ello es importante poder separarse algo de la derrota electoral y pensar si el PSOE va a ser en el futuro la opción de gobierno o la opción de oposición.

Determinadas federaciones regionales llevan demasiado esperando dar con su cuerpo sobre su suelo electoral, algo que sería indeseable  que pasase también en el ámbito federal.

En el fondo el PSOE no debería considerar que el criterio de la mejora de su estructura como partido serán las próximas elecciones. Las puede perder el PP y el PSOE encontrarse con la victoria sin hacer nada, como Rajoy ha hecho ahora. El baremo es si el PSOE es capaz de recuperar por sí mismo, y no con pactos pluripartitos, el poder territorial perdido en municipios y autonomías y ganar dos tercios de las Elecciones Generales que se celebren en las próximas tres décadas. Desde 1996 (en quince años) los populares van ganando tres a dos, y con dos mayorías absolutas frente a ninguna de los socialista. Merece la pena pensar serenamente ¿no?

[Más adelante perfilaremos algunos de esos problemas].

Posted originally: 2011-12-09 21:57:38