Ayer se manifestaron más de treinta mil belgas para pedir que se forme gobierno de una vez. Lo que podría ser interpretado ingenuamente como una expresión popular de hartazgo de la clase política tiene un trasfondo mucho mayor.

En Bélgica no se forma gobierno porque el artículo 99 de la Constitución obliga a que la mitad de los ministros sean de las dos principales comunidades (flamencos y valones) a partes iguales. La Constitución belga, un verdadero quebradero de cabeza, está llena de controles para que ninguna comunidad pueda imponerse políticamente a la otra. La cuestión es que esos controles están funcionando a la vez y lo que han provocado es la parálisis gubernamental.

Los vencedores en las últimas elecciones (soberanistas flamencos) tienen que contar necesariamente con los valones (belgas de habla francesa). Los primeros quieren llevar a cabo su programa, esto es, más capacidad de decisión para los flamencos y los segundos no quieren que lo lleven a cabo porque interpretan que están dando los pasos definitivos para la secesión del norte del país. Un problema político de fondo es lo que subyace y no políticos demasiados pagados de sí mismos.

Bélgica, como Italia en otros tiempos y por otras causas, sigue funcionando gracias a su administración de corte continental, ese tipo de organización tan vilipendiada últimamente. Pero no sólo de administración se vive y este país necesita un gobierno que decida, ya que es uno de los afectados por la crisis de la deuda europea y este mismo mes se la ha jugado con una colocación de deuda a corto plazo.

Posted originally: 2011-01-24 10:00:44