Ni el regreso aclamado y esperado por aficionados, televisiones y compañeros de
Tiger Woods, ni el inicio de una nueva era marcada por el dominio de un Phil Mickelson que podía prolongar en Pebble Beach un
reinado iniciado en Augusta y adornarlo con el número uno del mundo, ni, tampoco, consagración de un joven tranquilo y aparentemente inmutable llamado Dustin Johnson. Nada de eso. El
U.S. Open ha coronado a un norirlandés de 31 años llamado
Graeme McDowell, que con un juego sobrio y menos fallos que sus rivales, así es este torneo, se ha llevado la 110ª edición del segundo grande del año después de terminar tres sobre el par en el último día y al par en el acumulado.