Cuando se hace presente el toreo de verdad; cuando un toro y un torero se funden en un derroche de creación artística, algo se enciende en el alma, una luz resplandeciente que ilumina todo lo que toca. Es el nacimiento de un misterio, algo inexplicable en sí mismo. Hay que verlo para sentirlo, hay que tocarlo con el sentimiento, hay que disfrutarlo y vivirlo sin más. Es la grandeza del toreo.