Gula y otros placeres


Gula y otros placeres
    Las sardinas asadas a la parrilla del puerto pesquero de  Rincón o M’diq tienen un sabor especial, es un lujo para los sentidos: el paladar agradece la sal y la textura de la carne de ese pescado  que avanza desde la lengua hasta el cerebro;  el tacto: se comen con las manos, hundes [...]

 

 

Las sardinas asadas a la parrilla del puerto pesquero de  Rincón o M’diq tienen un sabor especial, es un lujo para los sentidos: el paladar agradece la sal y la textura de la carne de ese pescado  que avanza desde la lengua hasta el cerebro;  el tacto: se comen con las manos, hundes los dedos, separas, acaricias;   la vista que te deja prendida de la parrilla de las sardinas frescas  y el olfato, que en cuanto entras al puerto el aroma te va envolviendo, seduciendo , dejándote llevar… . Incluso el oído agradece el ruido de la gente, de los hombres que recorren y repasan las redes y guardan los  anzuelos  de los palangres.

El puerto se convierte en un devenir de mujeres y hombres  de domingo,  los gatos felices esperan tranquilos su ración.

Esa lonja me recuerda, inevitablemente a la lonja de mi infancia en Ceuta, cuando paseaba con mi padre hasta la punta y el olor a pescado fresco me iba envolviendo, él me contaba historias de pescadores del doce de diciembre y yo quedaba fascinada ante esos hombres que se jugaban la vida buscando los peces…

Las sardinas asadas del puerto pesquero de Rincón o M’diq tienen un acuerdo tácito: cambiamos horas de playa por docenas de sardinas, y Manuel que odia el sol y el agua, de las playas  se zambulle feliz pensando en el después, pero aprende a gozar el ahora de las olas y la sal…

Yo me vivo de placer hundiendo los pies en la arena rubia…

Después la sal de las sardinas nos llena a todos.

 Recibes la amalgama de olores, sabores, explosión de los sentidos y del pensamiento que sigue buscando razones para cambiar Ceuta, arreglar el mundo, frenar la crisis…

 Y la panadería te envuelve en su aroma de masa al carbón, las brewas se exponen deliciosas, las rosquillas piden con su miel ser chupadas lentamente… todo te incita a pecar de gula, o quizás de sensualidad de alimentos como una voluptuosidad de matices festivos en la lengua y el paladar…

 Román aparece con cacahuetes recién tostados y te provoca, te pide que caigas en la tentación del fruto seco recién elaborado y tú que jamás pecarías por una manzana, como buena hija de Liliht te abandonas dulcemente al placer del fruto que guarda la vaina y lo dejas estallar en la boca mientras piensas que eres afortunada por sentir, de sentidos, tanto y con tantos matices a flor de cuerpo.

 

 

 



Posted originally: 2010-06-01 01:55:42

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