Las sardinas asadas a la parrilla del puerto pesquero de Rincón o M’diq tienen un sabor especial, es un lujo para los sentidos: el paladar agradece la sal y la textura de la carne de ese pescado que avanza desde la lengua hasta el cerebro; el tacto: se comen con las manos, hundes los dedos, separas, acaricias; la vista que te deja prendida de la parrilla de las sardinas frescas y el olfato, que en cuanto entras al puerto el aroma te va envolviendo, seduciendo , dejándote llevar . Incluso el oído agradece el ruido de la gente, de los hombres que recorren y repasan las redes y guardan los anzuelos de los palangres.
El puerto se convierte en un devenir de mujeres y hombres de domingo, los gatos felices esperan tranquilos su ración.
Esa lonja me recuerda, inevitablemente a la lonja de mi infancia en Ceuta, cuando paseaba con mi padre hasta la punta y el olor a pescado fresco me iba envolviendo, él me contaba historias de pescadores del doce de diciembre y yo quedaba fascinada ante esos hombres que se jugaban la vida buscando los peces
Las sardinas asadas del puerto pesquero de Rincón o M’diq tienen un acuerdo tácito: cambiamos horas de playa por docenas de sardinas, y Manuel que odia el sol y el agua, de las playas se zambulle feliz pensando en el después, pero aprende a gozar el ahora de las olas y la sal
Yo me vivo de placer hundiendo los pies en la arena rubia
Después la sal de las sardinas nos llena a todos.
Recibes la amalgama de olores, sabores, explosión de los sentidos y del pensamiento que sigue buscando razones para cambiar Ceuta, arreglar el mundo, frenar la crisis
Y la panadería te envuelve en su aroma de masa al carbón, las brewas se exponen deliciosas, las rosquillas piden con su miel ser chupadas lentamente todo te incita a pecar de gula, o quizás de sensualidad de alimentos como una voluptuosidad de matices festivos en la lengua y el paladar
Román aparece con cacahuetes recién tostados y te provoca, te pide que caigas en la tentación del fruto seco recién elaborado y tú que jamás pecarías por una manzana, como buena hija de Liliht te abandonas dulcemente al placer del fruto que guarda la vaina y lo dejas estallar en la boca mientras piensas que eres afortunada por sentir, de sentidos, tanto y con tantos matices a flor de cuerpo.
Posted originally: 2010-06-01 01:55:42